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Decidir con la mente o con el corazón [23-05-2020]

 

Un grupo de gorriones rodea un pedazo de pan, demasiado grande para poder llevárselo uno solo, van pellizcando pedazos.

Observándolos se aprecia que algunos tienen más decisión y ,a pesar de la competencia, consiguen el desayuno para el hambriento nido. Me llama la atención uno sobre los demás, su actitud denota indecisión. Se acerca pero rehuye la “contienda” y no entra a pugnar por un pedazo, parece tener intención de acercarse pero recula con agitados saltitos. Mientras se decide y no, el resto de la bulliciosa tropa han dado buena cuenta del pedazo de pan. El indeciso pardal se queda un momento como absorto y emprende el vuelo. Me lo imagino pensado que la próxima vez no dudará tanto.

 

Este pequeño momento me hace reflexionar sobre nuestras decisiones, ahora en unos tiempos en que son y serán cruciales. Me lleva a pensar que más allá de nuestras circunstancias, las personas somos el resultado de nuestras decisiones. Que nuestras decisiones, de alguna manera, definen quienes somos. Cada elección hecha en un momento complicado, cada cosa o persona que decidimos priorizar en un momento determinado, aquello que decidimos dejar atrás, todo ello nos define, al igual que nuestra capacidad de aprender de los errores y de adquirir una mayor capacidad de elección, de decidir un poco mejor.

 

En cierta forma a partir de pequeños actos cotidianos, se va construyendo nuestra vida y se va definiendo la persona que somos. Muchas veces nos obsesionamos con la idea de tomar la decisión adecuada, la mejor posible, lo que nos genera estrés. Nos obsesiona el no fallar, el tener siempre éxito en cada uno de nuestros pasos, pero se nos olvida algo, pasamos por alto que aunque tomar la decisión adecuada pueda ser considerado un logro, la verdad es que no tenemos el control sobre lo que pueda pasar mañana. Se nos olvida que hay algo más importante y relevante aún: saber reaccionar cuando la decisión que tomamos no fue acertada e igualmente saber aprovecharla cuando fue la correcta. Ambas cosas también pueden decir mucho de quienes somos.

 

Después viene la inevitable pregunta de qué es mejor, decidir con la mente o con el corazón. Pues la verdad es que, ¿por qué hay que decidir?…si las mejores decisiones probablemente se toman sintonizando emoción con lógica, intuición con experiencia, ¿o no?.

 

Seguramente tenemos grabado aquello que nos enseñaron sobre que hay que decidir siempre con la cabeza fría, disociando los sentimientos de la razón. Pero en realidad tenemos un cerebro hiperconectado donde todas las áreas tienen un vinculo con las demás. Por tanto el mundo de los afectos y sentimientos está presente en cada decisión. En cada meditada elección a través de la razón, se halla la impronta de las emociones y esto nos situará en más de una encrucijada porque somos, lo queramos o no, criaturas emocionales.

 

Las emociones no se sitúan en el lado sombrío de la razón, son parte de cada decisión que tomamos y simplemente deberíamos ser conscientes de ellas. Si las entendemos, si las gestionamos, si las afrontamos en estas épocas de desanimo y preocupación, pueden ser más que enemigas, aliadas.

 

Quizás no estaría mal recordarnos cada mañana nuestra complejidad, nuestra fragilidad, nuestra singularidad, sin pretender tener todo claro antes de decidir, conviviendo con la duda, pero sin perder la esperanza. Pensando en positivo, pues es muy probable que una vez tomada una decisión, el universo “conspire” para hacer que suceda…

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus miedos.” Nelson Mandela

Y para este tiempo presente que nos toca vivir…pues una canción del mismo nombre “Present Tase” de Pearl Jam, para perdonar nuestro pasado, para vivir el presente, para decidir….o…no.

el-pinche-feliz

Aquí a diario Mis Gastrotapasdesde la “Oronja Home”
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