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“En un lugar de la Panza…” [24-05-2020]

 

Cada día amanece, se va cocinando, se va elaborando poco a poco como mimada receta. Sus ingredientes básicos, siempre presentes, son la música, la literatura y la gastronomía. Amanezco escribiendo, escuchando jazz de fondo. A mediodía “medito a mi manera”, dedicando un tiempo a la generación de un plato con lo que hay, esperando que fluya la creatividad, abriendo la nevera y dejando que la sorpresa se renueve cada mañana, permitiendo que el acto de cocinar se transforme en terapia sanadora. Sin estrés, sin prisas, sin sufrimiento.

 

Hoy mi mente divaga, mezcla estos tres ingredientes en un imaginario y lúdico salpicón mental. Me hace pensar que hay algunos libros, que aparte de leerse, se saborean. Sus páginas nos cuentan historias maravillosas, nos transmiten la pasión de sus personajes por la comida o por la cocina, o bien sus avatares giran entorno a los fogones, restaurantes, convites o recetas.

 

El recuerdo más inmediato se presenta ante mí en la figura de Pepe Carvalho, el detective gourmet y cocinillas de Vázquez Montalbán. A continuación hacen su aparición Ruth e Idgie, las veo cocinando tomates verdes fritos en el café de Whistle Stop. Prosigue el desfile imaginario con Framboise Simon, la protagonista de Cinco cuartos de naranja” de Joan Harris, deliciosa y tierna historia de una hija que consigue conectar con su madre desaparecida a través de su cuaderno de recetas. Se suceden, en mi festivo desfile imaginario, títulos como Chocolat“, “Julie & Julia“, “Como agua para chocolate“, “El Gourmet solitario“, y tantas otras obras.

 

Pero si hay un libro donde la comida, los platos, los manjares, las viandas y sus descripciones abundan por doquier, ese es El Quijote. A veces bromeo y pienso que podía haber empezado… “En un lugar de la Panza…”

 

Y es que apenas transcurren unas pocas lineas y ya se cita: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.” En este maravilloso libro nos encontramos con infinitas referencias a la comida y costumbres culinarias de la época. La olla podrida, antecedente del cocido, que es el plato estrella para Sancho, ese gañan poco refinado que a veces apunta maneras de gourmand. Él mismo describe múltiples bocados cinéticos con protagonistas como liebres, perdices y pichones. Incluso se atreve en otro momento, en las Bodas de Camacho, a recomendar para el guiso de la caldereta de cordero el aliñarlo con cebolla, ajo machacado, laurel, pimienta negra y vino blanco. También hace referencia a las matanzas, “…pero su San Martín se le llegara a cada puerco…”, con descripciones de la preparación de longanizas, morcillas, tocinos y torreznos. El queso manchego también seduce a Sancho, al igual que otros alimentos literarios, que por nombre o elaboración, han estado en algún momento en la mesa de Don Quijote. Ahí prosiguen su desfile los morteruelos, mezclas de carnes e hígado con pimentón, canela y clavo; el atascaburras, compuesto de bacalao majado con patatas, ajos y huevo duro; el tasajo o jamón de pobre, carne de vaca, jabalí o venado adobada y seca; el tiznado, un bacalao rehogado con cebolla, ajo y laurel; y de postre…membrillo, acompañado de ese elenco de herederos de la deliciosa dulcería árabe, pestiños, canutos y orejas de fraile, todos esos dulces fritos espolvoreados con canela, azúcar o regados con zumo de limón, naranja o miel; o los suspiros, ese dulce de clara de huevo y almendras horneadas que aún hoy se sigue degustando.

 

Tanta culinaria descripción acaba abriendo el apetito en una salivación virtual e imaginaria. Acaba abriendo otro apetito, el del contacto social, acaba abriendo el apetito del disfrute de la conversación con nuestros seres queridos, familiares o amigos alrededor de una mesa, compartiendo mantel, animada conversación y agradable sobremesa. Las buenas comidas o cenas tienen una forma de unir a los comensales de una manera realmente especial. En breve podremos reunirnos de nuevo alrededor de una mesa, en breve podremos de nuevo compartir mesa y mantel. En breve podremos de nuevo brindar, por el reencuentro, por los ausentes, por los presentes, por ellos, por nosotros.

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“Cocinar exige atención, paciencia y sobre todo respeto por los dones de la tierra. Es una forma de adoración, una forma de dar las gracias.” Judith B. Jones

Aquí dejo uno de los temas habituales que suenan de fondo cuando cocino. “Naima” de John Coltrane, un maridaje sutil, suave, elegante y redondo como un buen vino mecido y reposado en las cubas.

el-pinche-feliz

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