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Atrás han quedado los tiempos en que en cualquier terraza podíamos ver una lánguida tortuga terrestre alimentarse exclusivamente de hojas de lechuga.

Nuestros conocimientos sobre estos reptiles y la protección legal han desterrado esta visión. Las tortugas terrestres merecen todas las atenciones y cuidados que podemos brindar a todo animal de compañía: alojamiento adecuado a sus necesidades, alimentación rica y variada y posibilidad de completar su ciclo vital reproduciéndose.
Las tortugas terrestres que aún pueblan nuestros espacios naturales, como son la tortuga mediterránea (Testudo hermanni) y la tortuga mora (T. Graeca), están protegidas por la ley, que impide su recolección y mantenimiento en cautividad. Pero existen otras especies no amenazadas que se pueden conseguir en los comercios y que reúnen todos los requisitos legales para su mantenimiento en el terrario. Así la tortuga de patas rojas (Testudo carbonara), la de patas amarillas (T. Denticulata), las tortugas caja (Terrapente carolina) y otras más.

tortugas
El alojamiento más adecuado es un terrario de dimensiones proporcionales a las de nuestra mascota. Para los ejemplares pequeños puede ser suficiente una caja vivario o un acuario viejo, pero cuando crecen se hace necesario un lugar más espacioso. Sobre una tabla rectangular donde pueda desplazarse colocamos unas paredes de no más de 30 cm. De altura que las resguarden de las corrientes de aire. A este sencillo contenedor se le dota de un suelo de gravilla gruesa, rocas redondeadas, ramas secas que ofrezcan refugio y embellezcan el conjunto, un recipiente para el agua de bebida o baño y se le instala calefacción e iluminación.

Las tortugas, como los demás reptiles, son incapaces de mantener su temperatura interna constante. Por ello precisan fuentes externas de calor para alcanzar su temperatura óptica de actividad. En el terrario puede consistir en suelos radiantes o iluminación adecuada. La luz de las lámparas infrarrojas permite el calentamiento de las tortugas sin elevar la del ambiente a la vez que ilumina el terrario. La luz solar, además de calor, permite que sobre la piel de nuestras mascotas se fabrique vitamina D, un metabolito esencial para la correcta utilización del calcio de la dieta que ha de reforzar los huesos y el caparazón. Es importante por tanto ofrecer a las tortugas la posibilidad de tomar baños de sol durante un par de horas al día.

Hay que mantener un cierto grado de humedad en el terrario pese a que las tortugas terrestres parece que puedan prescindir de ella al provenir de ambientes cálidos y secos. En realidad beben bastante agua y disfrutan de un buen baño refrescante. Para evitar un ambiente excesivamente seco se coloca en el terrario un recipiente no muy profundo siempre lleno de agua limpia.

En un rincón del terrario, y alejado de la fuente de iluminación, se les prepara un refugio con piedras, ramas, musgo u hojarasca en el que puedan resguardarse cuando noten excesivo calor o como dormitorio. No conviene plantar vegetales decorativos ya que, por su régimen alimenticio, muy pronto terminarán con ellos.

Si tenemos la posibilidad, es muy revitalizante para las tortugas pasar el verano al aire libre.

En nuestras latitudes es muy frecuente que las tortugas hibernen. Para ello, en otoño buscan un refugio entre la vegetación o las piedras y pasa en estado latente todo el invierno. No comen, no beben ni muestran actividad alguna y su metabolismo se mantiene muy bajo. Pero con la llegada de la primavera despiertan y reemprenden su actividad habitual.

Podemos alimentar a las tortugas terrestres con toda clase de frutas y verduras: lechuga, tomate, manzana, zanahoria, fresas, cerezas, etc.. También agradecen algo de carne: hígado de ternera o carne picada, comida para perros, caracoles e insectos (a ser posible vivos para darles vivacidad). Ya hemos dicho que el calcio es muy importante en su dieta, y se puede complementar con un bloque mineral siempre a su disposición o con preparados específicos.

La reproducción no siempre es fácil. En primavera los machos empiezan el cortejo luchando entre sí para conquistar a la hembra. Cuando uno de ellos lo logra, se aparean y acto seguido la hembra excava con sus patas traseras un agujero poco profundo donde deposita de 6 a10 huevos que luego entierra. El calor ambiental es suficiente para que, tras un par de meses puedan nacer las tortuguitas.

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