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En los últimos tiempos en México se ha vivido un estado desequilibrado de laicidad, se han puesto en peligro los valores democráticos de la inclusión y ninguna instancia de gobierno levanta la voz.

Sobreviviendo al atentado contra la democracia en México perpetrada por el jefe del ejecutivo Felipe Calderón H. en coautoría con la denominada Iglesia Católica Apostólica Romana el pasado mes de enero en el VI Encuentro de las familias, y de cara a un proceso electoral que se aproxima a pasos agigantados, debemos tomar en cuenta algunos puntos.

En el mencionado evento, y como resolutivos de tan mencionado acontecimiento a nivel mundial, encontrar claramente la agenda política que defenderá con toda su fuerza quien asistiera en su calidad de presidente Constitucional de México e inaugurara el encuentro religioso en nuestro país; y en el futuro marcará las líneas discursivas tanto de los dirigentes del partido al que pertenece como a los candidatos que buscarán llegar a un puesto de representación popular; estos temas serán:

1.“La defensa de la vida”, es decir no al aborto la ortotanasia , pena de muerte, etc.,

2.“defensa de la familia” como núcleo promotor de “valores”, que se traduce históricamente en el deprecio y desconocimiento de todas aquellas organizaciones con vínculos afectivos contrarias o distintas a las familias heterosexuales no casadas y consagradas sacramentalmente;

3.participación política de los creyentes, lo que se traduce en un simple tráfico de influencias los cuales serán apoyados desde los púlpitos haciendo que la doctrina social de la iglesia tenga repercusión en las políticas públicas de nuestro país.

La iglesia dirigida desde Roma, tiene mucho interés en las tierras americanas ya que ha perdido casi en su totalidad la ayuda económica que aportaba el continente europeo por siglos, y en éstos tiempos solo le queda pensar en las tierras conquistadas y que históricamente aun le proveen de los mayores recursos económicos para su manejo y manutención.

Es curioso saber que en pleno siglo XXI son los dirigente eclesiásticos quienes marcan las pautas para las relaciones familiares fundamentándolas en el matrimonio, ya que por mandato y promesa religiosa de todos ellos (porque las monjas solo son laicas consagradas sin derechos y obligaciones) están obligados a permanecer célibes todos los días de su vida.

Como nota curiosa sobre modelos de familia está el caso, luego de la muerte del que fuera el fundador de los Legionarios de Cristo, aparece sorpresivamente la paternidad negada de dicho protegido vaticano, en el que se reconoce que procreó una hija y del tema poco se comenta, ya que lo único a lo que ha llegado la curia romana es a aceptar que estas cosas son indeseables sin profundizar mas sobre el tema, pero evidentemente como un ejemplo de paternidad que podrá promover la Iglesia romana.

Volviendo al matrimonio como base importante de la familia que se define como cuna de los valores humanos para esta institución, nos seguiremos preguntando en que experiencia o conocimiento de causa se apoyarán para dirigir a sus seguidores sobre el tema si ellos (en teoría) no conocen absolutamente nada de relaciones de pareja, sexualidad, control de la natalidad, cuidado de infantes y mucho meno de responsabilidad civil y moral frente a los hijos o hijas; tampoco conocen nada sobre bienes patrimoniales, divorcio, terapias de pareja etc. Una lista interminable de temas que deberían manejar aquellos que hoy en día dictan desde sus púlpitos las normas que deben regir a las relaciones de parejas con un vínculo afectivo.

Tal vez será que el modelo a seguir es precisamente el del señor Maciel, sin ninguna responsabilidad jurídica ni moral sobre lo que haya procreado y desde luego con todas las prerrogativas y privilegios que otorga el poder económico para librar las consecuencias de sus actos criminales y no asumir las penas que ellos arrojaban, con una inimaginable esfera política que garantizó al “buen padre”(no de familia) protección jurídica.

Lo que si tenemos claro quienes creemos que un mundo mejor es posible es precisamente que las familias son aquellos núcleos de vinculación afectiva elegida desde donde nos fortalecemos en todas nuestras dimensiones y que un estado laico se debe procurar, defender y respetar, para su fortalecimiento.

Nos ha dejado casi sin aliento el espectáculo de inauguración del evento de familias en México sobre todo por la presencia de algunos dirigentes de nuestra política pública. Con gran preocupación hemos respondido desde la academia, las organizaciones de la sociedad civil y de la diversidad cultural y religiosa que nos coloca fuera de la organización romana.

Debemos tener muy presente quienes son nuestros dirigente y en este tiempo electoral “Quienes queremos que nos gobiernen”. Los mexicanos tenemos historia de lucha en la defensa de la laicidad, aunque con pesar tenemos también los embistes y reveses políticos de los dirigentes poderosos y pro-imperialistas. Tengamos sobre la mesa las batallas ganadas sobre los derechos humanos y civiles de todas y todos los habitantes de México, y no dejemos en manos de los creyentes religiosos (religiosos y laicos) los designios de nuestra Nación; promovamos con responsabilidad una sociedad plural, incluyente en el respeto de nuestras diversidades y con estricto apego al estado laico.

Ya estamos muy cerca de la cacería de brujas y los espectáculos en plena vía pública que son las campañas políticas de cara a elecciones en éste año; sin embargo es momento de actuar como ciudadanas y ciudadanos maduros y demandar de las y los candidatos algo mas que solo buenas intensiones. Es tiempo de elegir con responsabilidad a las y los representantes ciudadanos. Ojalá que esta vez podamos encontrar caras nuevas, corazones mas limpios y sobre todo discursos renovadores y que propongan un verdadero cambio social en beneficio de todas y de todos los ciudadanos de esta gran ciudad.

Exijamos de los candidatos y candidatas un compromiso verdadero y acabemos de una vez por todas con las aspiraciones de aquellos que gobiernan con la moral por delante y con la iglesia católica romana como aval; procuremos dejar muy claro que este México es y seguirá siendo un estado laico, y libre de religiones imperiales que tienen presencia y poder económico infiltrados a todos los niveles.

Ejerzamos nuestro derecho ciudadano de elegir a nuestros representantes en los distintos niveles de gobierno y no bajemos la voz ante los abusos y triquiñuelas de los partidos que utilizan el presupuesto y los programas de gobierno para llenarse de votos.

Salgamos a la calle y busquemos las propuestas nuevas y frescas que serán hoy por hoy la única opción si es que queremos un mundo distinto y mejor.

Judith Vázquez Arreola

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