La sardina es esencialmente un pescado de primavera y verano, pero, para no aburrirla, conviene tratarla de diferentes maneras. Aquí tienes algunas de ellas:
- En papillote: Limpia las sardinas, quítales las tripas, etc. y envuélvelas en un papel de aluminio junto con cebolla trinchada y finas hierbas. Éntralas al horno.
- Rellenas: Rellena sardinas grandes con una farsa compuesta por miga de pan mezclada con finas hierbas, un poco de ajo y guindilla. Pásalas 10 minutos por el horno.
- Crudas: Escoge sardinas pequeñas y muy frescas. Abrelas, córtales la cola, quítales la cabeza y la espina central y córtalas en filetes por medio de una tijera. Espolvorea los filetes con un picadillo de escaloñas y rocíalos con abundante zumo de limón. Manténlos en un lugar muy fresco y no los sirvas hasta el día siguiente. Un segundo procedimiento sería el siguiente: Riega los filetes de sardinas con zumo de limón y déjalas marinar un par de horas. Alíñalas con un hilillo de aceite en el último momento.
- Asadas en barbacoa: Se limpian, se vacían, se untan con aceite y se abren a lo largo. Así extendidas se asan y, una vez asadas, colócalas en una fuente donde habrás puesto previamente mantequilla amasada con perejil trinchado y un poco de pimienta.
- Fritas: Limpia y seca las sardinas, pásalas por harina y fríelas en aceite hasta dorarlas.