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– La primavera es la mejor época para obtener nuevas fucsias de las que ya tenemos, por medio de esquejes. Cortemos una ramita, arranquemos las hojas de la parte inferior y plantémosla directamente en una maceta o simplemente introduzcámosla en una botella con agua. Durante las dos primeras semanas no estaría de más que la protegiéramos cubriéndola con una hoja de papel de plástico transparente. Transcurridos unos dos meses, la planta habrá echado raíces y podremos plantarla en su lugar definitivo.

– Las fucsias pasan por ser una típica planta de sombra y, sin embargo, un lugar excesivamente sombreado no les hace ningún bien. Su capacidad de soportar el sol depende del color de sus flores. Podría decirse, no obstante, que en general la fucsia soporta mejor el sol de lo que se cree. Claro que, a mayor cantidad de sol, más abundantes y frecuentes habrán de ser sus riegos. Esta planta no soporta bien los rigores invernales y, por consiguiente, es aconsejable, cuando llega el otoño, ponerla a resguardo de las heladas. Necesitan una tierra poco ácida, mitad de turba, por ejemplo. Y el riego mejor poco cada dos días que mucho cada siete.

– Prefiere un lugar en semi-sombra a los ardientes rayos del sol, requiere riegos regulares para mantener húmeda su tierra y que se la abone un par de veces al mes desde mayo a julio. Hay que girar su tiesto semanalmente para que todas sus ramas se desarrollen y florezcan, y cortar las flores marchitas para que aparezcan nuevos capullos.

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