Por pequeña que sea la cuchara o por generoso que sea el tamaño de tu boca, la cuchara se lleva a la boca de punta, nunca de lado, por la parte ancha.
Y no imites a los niños, que la empuñan, sino tómala entre los dedos índice y pulgar, como si fuera un lápiz, utilizando el dedo medio como punto de apoyo.
Cuando acabes, déjala sobre el plato.