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La enfermedad conocida como
Diabetes Mellitus (de ahora en adelante D.M.) es en realidad
un grupo de enfermedades, de las que a día de hoy conocemos varios
tipos.

En este artículo vamos a ocuparnos de la D.M. más frecuente en la
infancia, la D.M. de tipo1 o Inmunodependiente, y también
dedicaré unas líneas a la D.M. tipo 2, relacionada con la
obesidad y el sedentarismo de los adolescentes.



¿Qué es la Diabetes Mellitus?:

Es un conjunto de enfermedades que se
caracterizan por la falta absoluta o relativa de insulina,
provocada por un mal funcionamiento del páncreas. Esto ocasiona una
serie de síntomas fácilmente reconocibles en niños y jóvenes.

En condiciones normales, nuestro páncreas (pequeño órgano
situado en la parte superior del abdomen, al lado izquierdo del
estómago), produce una sustancia llamada insulina, que se encarga de
que nuestras células puedan usar el azúcar que circula por la sangre
(glucosa).


Si el páncreas no funciona
adecuadamente, la cantidad de glucosa en sangre va siendo
cada vez más alta, sobre todo en relación con las comidas,
alcanzando niveles hasta 4 ó 5 superiores a las cifras normales.

Este aumento de glucosa en sangre (conocido como hiperglucemia),
provoca que el riñón no pueda retener la glucosa, que se escapa por
la orina (proceso denominado glucosoria), arrastrando agua con ella,
por lo que se orina mucha cantidad (poliuria). En consecuencia, los
niños con esta disfunción tienen mucha sed (polidipsia), llegando a
beber litros de agua con gran ansiedad.

Si el organismo pierde una cantidad anormal de azúcar, a cambio
necesita quemar más grasas para obtener energía, por lo que el
enfermo suele adelgazar, y con frecuencia sufre acetona, pérdida de
apetito (en ciertos casos puede ser un aumento), y cansancio. Si la
situación no se corrige, se puede llegar al coma diabético.

Resumiendo,
los niños diabéticos orinan mucha cantidad y muchas veces
(se levantan a orinar por la noche, e incluso mojan la cama
cuando ya habían aprendido a controlarse), tienen constante
sed, muy poco apetito (o a veces mucho), adelgazan, y
suelen encontrarse cansados.

La diabetes es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el
organismo produce anticuerpos contra sí mismo, en concreto contra el
páncreas. En su presentación influye la herencia, pero también tiene
que actuar algún factor externo, aún no conocido, para que se
desencadene.

Aunque puede aparecer a cualquier edad (incluso en recién nacidos)
es más frecuente alrededor de la adolescencia. En nuestro país se
calcula que 1,6 de cada 1000 niños desarrollarán diabetes antes de
los 15 años.


El diagnóstico:

Es
muy sencillo: habitualmente se hace en la propia consulta del
pediatra o médico de cabecera, con tiras reactivas en sangre y
orina. Luego se confirma en un hospital, donde se completan los
análisis y se empieza cuanto antes el tratamiento, del que forma
parte la instrucción de los padres y del propio niño (teniendo en
cuenta su edad).

¿En qué consiste el tratamiento?:


En primer lugar, es imprescindible administrar la insulina
en inyección subcutánea.

Se explica también a los padres qué tipo de alimentación
deben seguir los niños diabéticos, en general similar a la
del resto de la familia pero en cantidades adecuadas.

Además, es fundamental practicar regularmente ejercicio
físico, y efectuar controles de glucosa en sangre.


Hoy todos los profesionales están de acuerdo en la importancia de
formar a los padres y al diabético; en este sentido las Unidades de
Diabetes y las Asociaciones de Diabéticos desarrollan un papel
importante.


La Diabetes Mellitas tipo2

En la D.M. tipo 2 se produce una insuficiencia relativa de insulina
provocada por el sobrepeso y la vida sedentaria. En algunos países
del mundo occidental la D.M. tipo 2 está adquiriendo niveles de
epidemia. Los síntomas son parecidos a los de la D.M. tipo1, pero el
tratamiento básico es una dieta y ejercicio físico, junto con algún
hipoglucemiante que ha de valorar el especialista.

Este tipo de diabetes se puede prevenir educando a nuestros
adolescentes para que desde pequeños tengan una alimentación
equilibrada, y animándoles a hacer deporte.

¿No decimos siempre que es mejor prevenir que curar? ¡Ánimo!

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