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Cuando uno practica Hatha yoga una nueva dimensión de la vida se abre
ante él.

Al principio puede parecer que las posturas son simples ejercicios
corporales, pero si uno observa con atención se dará cuenta de que tanta
armonía y belleza no proviene de un movimiento puramente físico.

Las posturas o asanas surgieron de manera espontánea cuando los
antiguos rishis o sabios de la India entraban en profunda meditación,
estos sabios que dedicaban su vida entera a buscar la Verdad mas alta, la
auténtica felicidad a través del autocontrol, de las restricciones y la
práctica de
austeridades observaron que su cuerpo de manera natural adoptaba
diferentes posturas al meditar y observaron luego que al realizar estas
posturas funcionaban como un vehículo que les llevaba de nuevo hacia la
experiencia interior, la experiencia de que ellos mismos eran la verdad y
junto a esa
lentitud brotaba un gran gozo,una felicidad constante sin fluctuaciones.

Hace miles de años el yoga surgió como una expresión misma del alma,
y hoy en día esta experiencia de profunda paz la busca una necesidad
misma del alma y se pude tener con la practica del hatha yoga.

Si nos dejamos envolver por la paz de las posturas y sentimos su poder
se puede alcanzar a comprender realmente cual es su fin, sobre todo esto
se revela al final de una practica de hatha yoga en la relajación final,
se puede sentir un manto de paz que traspasa tu cuerpo y te limpia por
dentro.

Se siente que cada respiración es el aliento mismo del alma que
impregna cada célula con su silencio, si nos permitimos profundizar en
ese silencio comienza a brotar en el corazón una dulzura que no se puede
comparar con nada. Esta dulzura te hace estar agradecido por tu vida.

Cuando uno tiene una experiencia que le conmueve, su vida da un giro
completo, comienzas a buscar adentro, cambias tu actitud hacia la vida y
hacia el cuerpo. Reconoces que el esfuerzo y el sacrificio son como gemas
preciosas que se ocultan en el interior al igual que la bondad y el
respeto
hacia uno mismo y hacia otros.

El yogui nutre estas virtudes, las saca a la luz, las cumple porque
esto hace brotar la felicidad en su corazón y lo mantiene limpio porque
esto hace que su alegría aumente.

El cultivar estas virtudes forma parte de la práctica del yoga,
alguien que quiera experimentar el amor interior, la paz interior debe
tomar la resolución de practicar las virtudes interiores en medio de las
posturas de hattha yoga y en medio de la vida.

En cada postura brilla la promesa del amor interior, en todo su
explendor, al igual que la felicidad perdurable llegará a través del
esfuerzo, de la constancia, de la perseverancia y de la la paciencia en la
práctica. Estas experiencias han de nutrirse a través de dar, de la
delicadeza en la manera de expresarnos o de hacer las cosas, a través del
cuidado y la moderación en la alimentación, a través del respeto a los
demás, viendo siempre lo mejor del otro, teniendo buenos pensamientos
hacia todo el mundo.

A través del yoga uno descubre que su vida entera es la práctica, y
lo que las posturas trabajan, y lo que las posturas dan es el
reconocimiento de lo que realmente somos: amor interior.

¿Cómo podemos poner en práctica estas virtudes para alcanzar la
experiencia interior de plenitud constante?

Primero debemos saber que sin la paciencia, la humildad, la pureza de
ser, el perdón, la generosidad, la constancia y el
contentamiento no se puede alcanzar la meta del yoga.

Estas virtudes son nuestras verdadera naturaleza y nos ayudan a
conquistar nuestras tendencias negativas.

En las escrituras sagradas de la India a estas tendencias se las conoce
como los seis enemigos internos: el deseo, la ira, la avaricia, el
orgullo, el engaño y la envidia.

Estos enemigos van dados de la mano, el yogui ha de enfrentarlos uno a
uno con valentía y firmeza, cualidades que invoca la postura del guerrero
virabhadrasana, pues un yogui es un guerrero que libra una batalla en su
interior sobre sus sentidos y sobre su mente.

Cuando nuestra atención está afuera es cuando comienzan los deseos a
surgir, si nos dejamos ir, perdemos nuestra estabilidad. Cuando un deseo
continúa, siempre hay otro detrás cuando no podemos alcanzarlo entonces
surge la ira o
la envidia. También hemos de ser cuidadosos en no despertar la envidia,
hacer saber que hacemos algo especial, que tenemos conocimientos, observa
cuando surge este orgullo en tí, el sentimiento de ser mejor que los
demás.

Este orgullo se apodera de la grandeza del ser y la niega en los
demás, depende de la aprobación de los otros, del alago y la alabanza,
pero al nutrirse con la idea de que nuestra valía procede de cualidad
externa está sujeto a cambios, es un felicidad ilusoria la que
proporciona el orgullo, incluso un complejo de inferioridad.

Si fuéramos conscientes de que no somos quien gobierna el universo
este orgullo se desvanecería. Piensa ¿acaso tu activas la inhalación y
la exaltación? ¿qué hace que los pensamientos surjan en tu mente?

Hay un poder superior que surge a través nuestro y cuida de nosotros.
Deja que la barrera del orgullo se desvanezca con este entendimiento,
practica la humildad y la gratitud.

Otro enemigo es la rabia, la ira, el resentimiento, el disgusto. Se
dice que surge del deseo o la esperanza frustrada. Cuando queremos tener
las cosas bajo nuestro control, surge la ira, puede ser una emoción
sutil, debemos vigilar nuestro estado interno, podemos trasformar la ira o
el enfado de nuevo en paz, practica el perdón, esta virtud es capaz de
derretir a la
coraza que se forma alrededor de tu corazón cuando te irritas por el
comportamiento de otros.

El perdón tiene el poder de ablandar tu corazón y el de otros.
Cuando te contraigas si alguien te pide algo por temor a que se aprovechen
de ti, entonces estas negando el estanque de tu propia abundancia
interior.

Ser generoso da siempre que puedas, practica la acción correcta, el
dharma, pregúntate que debes hacer en cada momento, y observa que en tu
actitud no esta impreso el deseo de obtener algo a cambio. Di siempre la
verdad no te engañes a ti mismo.

Las tendencias del ego son estos enemigos internos, te apartan de tu
propia bondad, te alejan de la paz y la alegría interiores que te
pertenecen. Reconoce las cosas maravillosas que tienes en la vida.

Los sabios dicen: Hay una dicha inmensa dentro de cada ser humano, ve
hacia dentro y sumerge te en ella.


Gisela Vázquez
Centro Yoga Arati

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