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Una mejor relación con los abuelos

Algunos padres sienten que los abuelos se involucran demasiado. Otros creen que no se ocupan lo suficiente. Algunos abuelos sienten que se espera demasiado de ellos, mientras que otros estarían felices de tener mayores responsabilidades con respecto a sus nietos. Las diferencias en los valores, las creencias religiosas, las distancias, y otros problemas, tanto grandes como pequeńos, pueden impedir una buena relación.

Algunas veces, asuntos de la niñez salen a la luz y causan una tensión inesperada entre abuelos y padres. Los padres a menudo se sienten heridos y confundidos al ver que los abuelos son más atentos y carińosos con sus nietos que como fueron con ellos.

En estos casos los padres deben tratar de comprender a los abuelos, y perdonarlos. Muchos desconocen realmente las circunstancias y presiones que tuvieron lugar en la vida de sus padres y que pudieron influir en el trato con ellos.

Algunos psicólogos sugieren que los padres se acerquen a los abuelos afectuosamente y hablen con ellos: “Parece que ahora estás más relajada y disfrutas más del juego con mis hijos que conmigo cuando era nińa. ¿Puedes darte cuenta de ello? ¿Por qué no me cuentas cómo era ser madre (o padre) en esa época?

Otros conflictos pueden surgir cuando los abuelos no saben cómo responder ante las necesidades especiales de un nieto con problemas de falta de atención, dificultades en el aprendizaje o desórdenes emocionales. Pueden aplicar la disciplina estricta con la que ellos fueron educados, sin darse cuenta de que no siempre es efectiva con un nińo que presenta problemas. Lo que pueden hacer los abuelos es aprender sobre estos problemas leyendo libros relativos a estos temas.

La causa más frecuente de problemas en la relación con los abuelos son los malentendidos, y la falta de comunicación. La paciencia y el esfuerzo por lograr una mayor comunicación con los abuelos puede ser de gran ayuda en las familias. Ser claro y expresar los sentimientos es un buen consejo a seguir en estos casos. La falta de claridad sólo produce enojo, frustración y desilusión. Reunirse en familia y sentarse con los abuelos a charlar puede ser una solución. Si los problemas continúan, será conveniente buscar un mediador, como un sacerdote, un amigo en común o un terapeuta familiar.

Los abuelos aportan una dimensión de inapreciable valor a la vida familiar, que beneficia a todos los miembros de la familia. Pero hoy en día los ancianos no gozan del respeto que solían tener en la sociedad en épocas anteriores.

Es necesario, por lo tanto, revalorizar el papel de los miembros mayores de la familia. Tendemos a descartar a los ancianos. Y ellos representan tradición y unión con los valores familiares. Pueden transmitir estas cosas a los nietos en una sociedad en la que los padres se encuentran generalmente demasiado ocupados como para hacerlo.

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