Se puede creer que la osteopatía está relacionada exclusivamente con los problemas relacionados con los huesos.
Pero es mucho más que eso, es una medicina alternativa con una visión integral del hombre que, mediante tratamientos manuales, mejora o frena una enfermedad.
Para la osteopatía, el organismo del hombre es una unidad global en la que todas sus partes están relacionadas. Por esta razón se trabaja sobre la parte ósea, muscular, visceral y de la aponeurosis (la membrana del tejido conjuntivo que envuelve los músculos), y además tiene en cuenta la integridad psíquica, emocional, física y espiritual.
El osteópata utiliza sus manos como única herramienta; mediante masajes y palpaciones indoloras estudia el estado del paciente. El eje en el que se centra para realizar este estudio es el cráneo y la columna vertebral, que forman una unidad funcional. La finalidad de este tratamiento es desbloquear aquellas zonas que no funcionan correctamente para devolver el equilibrio al organismo.
El organismo como una unidad integral
Una articulación cuyo movimiento está restringido o es dificultoso influye en los músculos y tendones. Además, seguramente alterará el funcionamiento de otras articulaciones y creará malas costumbres en ellas. Por ejemplo, si uno se tuerce el tobillo y no lo cura convenientemente obligará al pie en su conjunto a actuar de manera incorrecta, creando una nueva patología.
Por otra parte está demostrado que donde existen problemas espinales se dan transformaciones bioquímicas que interfieren en el sistema nervioso. Éste, a su vez, altera el funcionamiento de los músculos, los huesos, el aparato circulatorio y demás órganos.
Si la estructura corporal es la correcta el organismo funcionará adecuadamente. Si existen desequilibrios en alguna estructura se alterará el resto del organismo y puede desembocar en una enfermedad crónica. Para evitarlo, esta terapia soluciona el desequilibrio manualmente, jamás usa fármacos. Pero no se ocupará solo de la columna sino de todo el cuerpo.
¿En qué principios se basa?
La osteopatía confía en la capacidad de autocuración del cuerpo. Según sus teorías si no existen obstáculos que dificulten el sistema circulatorio, nervioso y linfático, el propio organismo halla la solución a las posibles lesiones.
Otro principio en el que se basa es el de la homeostasia, que es la propiedad del organismo de autorregularse, de mantener su propio equilibrio. Esta capacidad depende sobre todo de la correcta circulación sanguínea.
La función del osteópata es encontrar ese problema que dificulta el correcto funcionamiento de los sistemas, para que sean estos mismos los que lleguen al equilibrio.
La lesión osteopática
Una lesión osteopática incluye toda modificación anormal de las posiciones y movimientos del cuerpo. Es una lesión en el sentido de desequilibrio de las distintas estructuras del organismo. No es necesario que aparezca una alteración en los tejidos; no hay roturas, dislocaciones ni heridas.
La lesión osteopática afecta siempre al movimiento antes de influir en el funcionamiento de otros órganos y de desarrollarse en otras zonas. Con el tiempo, la molestia en una determinada estructura perjudicará a los vasos sanguíneos vecinos y agarrotará los nervios y los músculos. Estas consecuencias dificultarán la circulación sanguínea y el sistema nervioso, que fallará en las órdenes que emita. Si no se pone solución aparecerá la enfermedad crónica; dolores sin razón aparente, enfermedades viscerales…
Los huesos del cráneo también pueden estar lesionados y provocar los mismos trastornos nerviosos y circulatorios. En este caso se manifiesta en dolores de cabeza, problemas de visión, sinusitis, náuseas, alteración del ritmo cardíaco…
La función del osteópata
El especialista tiene que recorrer el camino inverso a la patología para encontrar su origen y corregirla. Se trata de buscar las estructuras bloqueadas y devolverlas el equilibrio.
La terapia se realiza mediante un tratamiento manual que se hace con movimientos muy suaves, sin violencia y sin dolor.