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En busca de la felicidad

 

Todos los seres humanos tenemos una tendencia natural a buscar la felicidad. Estamos llamados a ser felices, a alcanzar el éxito como personas.

Buscamos la felicidad en nuestras relaciones personales, en nuestro trabajo o escuela, dónde estemos o con quien estemos, pero muchas veces existe un obstáculo que nos impide alcanzarla y éste es el resentimiento, el cual, como un padecimiento, está muy extendido en nuestra sociedad.

Lo podemos notar en nuestras conversaciones, hay lamentaciones, sentimientos negativos, frustraciones, distanciamiento entre amigos, divisiones familiares, etc. Es por eso que vale la pena afrontar el resentimiento, profundizar en él y tratar de descubrir la manera de solucionarlo, ya que no sólo nos impide alcanzar la felicidad, sino gozar de una paz interior, necesaria también para que cada persona ponga su granito de arena en la construcción de la paz.

Aquellos que viven en paz, piden perdón, saben perdonar y son perdonados.

Aquellos que viven en paz, piden perdón, saben perdonar y son perdonados.

Comprender el Resentimiento

Es importante conocer la naturaleza del resentimiento, ya que para resolver un problema, primero hay que comprenderlo. Si no conocemos cuando hay resentimiento, no podemos ver la necesidad del perdón. No entendemos por qué duele y por qué cuesta tanto perdonar.

Si comprendemos lo que es el resentimiento podemos eliminar los ya existentes y evitar futuros.

Para Marx Scheler, autor del libro “El resentimiento en la moral”, el resentimiento es “una autointoxicación psíquica”. Esto es, que el resentimiento es un veneno que uno mismo se toma, esperando que quien me ofendió le haga daño. Y como no le hace daño, más resentido se queda uno mismo.

El resentimiento es una reacción a un estímulo negativo que hiere el propio yo, que se presenta en forma de ofensa o de agresión. No toda ofensa genera resentimiento, pero si todo resentimiento es precedido de una ofensa.

Primero fue la Ofensa

Para que haya un resentimiento tuvo que haber una ofensa. ¿Pero realmente la hubo? Una acción para que sea ofensa necesariamente debió de ser llevada a cabo deliberadamente, queriendo hacer un mal.

Entonces se puede analizar con respecto a eso por lo que uno se siente ofendido:

¿Realmente esa persona quiso ofenderme o yo así lo supuse? Como el resentimiento es una reacción a un estímulo, éste pudo ser real, pero también puede ser exagerado o imaginario: depende de cómo se mire una realidad. La mayoría de las ofensas no son más que malos entendidos. Son ofensas desde nuestro punto de vista, desde nuestra perspectiva, no de la otra persona.

Este análisis puede ayudar a la persona “ofendida” a desechar aquel resentimiento que sin fundamentos siente por alguna persona, pero también hay ofensas verdaderas y es entonces dónde uno debe aprender a perdonar.

¿Cúal es la respuesta?

Lo determinante del resentimiento, no radica en la ofensa sino en la respuesta personal. Como dice Covey, autor del libro “Siete hábitos de la gente altamente eficaz”: “No es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña; es nuestra respuesta” Es por eso que es tan difícil dominar el resentimiento, ya que se sitúa en el nivel emocional de la personalidad, porque es esencialmente un sentimiento, una pasión, y el manejo de los sentimientos no es fácil.

Las emociones se presentan de forma inesperada, pero sí se puede decidir aceptar el sentimiento y alimentarlo, o rechazarlo y seguir adelante. La inteligencia y voluntad ayudan en este proceso. La propia razón dice que no vale la pena estar ofendido, la voluntad actuará en consecuencia y tratará de rechazar el sentimiento: se puede decidir no retener una ofensa.

Eleonor Roosvelt decía que nadie puede herir a una persona sin su consentimiento. Necesariamente uno debe aceptar la ofensa para que ésta ocasione resentimiento.

¿Qué consecuencias tiene el resentimiento?

El verdadero daño lo padece el resentido, ya que genera odio, rencor, frustración, ira, amargura en el alma. Impide enfocar la vida positivamente, por lo tanto impide ser feliz. Se conocen los efectos secundarios del resentimiento, como algunas enfermedades psicosomáticas, dolores de cabeza, ansiedad, depresión.

El resentimiento obliga a vivir en el pasado, contaminando el presente, al no permitir reconocer los propios avances y logros. “Ata” a la persona a aquella que la ofendió.

¿Qué es el PERDÓN?

Para definir el perdón es necesario empezar a decir lo que no es.

El perdón no es un sentimiento. No es verdad que uno perdona hasta que ya no siente o hasta que uno olvidó. El perdón no es dejar de sentir, o perder la memoria.

El perdón se sitúa, a diferencia del resentimiento que se encuentra en el nivel emotivo, en la voluntad: perdonar es decidir perdonar.

Hay que entender la diferencia entre sentir y tomar una decisión.

Perdonar es optar por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído con la persona al ofenderla. No es que se suprima la ofensa o hacer como si nunca existió. Es decidir modificar los sentimientos negativos, es un acto de amor que exige el deseo de eliminar los efectos de la ofensa.

Uno puede perdonar al que lo ofendió si con su voluntad así lo quiere. Los sentimientos estarán ahí. La ofensa no se borrará de pronto de la memoria, pero uno decide cada día no vivir en el resentimiento, sino vivir en paz.

A partir del momento que aprendamos a perdonar, a vivir sin resentimiento, nos encaminaremos hacia esa felicidad tan deseada.

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