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La legitimación de ese día para establecer, entre mujeres que dialogan, luchas prioritarias para el movimiento, más allá de las fronteras y las desgracias nacionales, fue retomada en distintas partes del mundo.

Ha sido un día ligado a la movilización de las mujeres para explicitar su posición y reflexión ante el mundo en relación con ese mundo, precisamente por las que ahí no han estado expresadas; y por eso se acompaña de manifestaciones, discusiones, discursos públicos.

Es una conmemoración, palabra que significa recordar, que tiene sus orígenes en la lucha por los derechos de las trabajadoras, buena remembranza para estos tiempos de altísimo desempleo, de recorte de derechos laborales, de censura a sindicatos de mujeres en instituciones de mujeres, de empleadas por honorarios o por horarios que casi ni recuerdan los tiempos en que existía alguna seguridad social.

Es pasmoso que casi cien años después de las circunstancias que dieron como consecuencia esta celebración, las trabajadoras estamos, laboralmente hablando, en franco retroceso y, en muchos casos, casi en el mismo lugar aún siendo muchas más las que salimos a trabajar que en aquél entonces.

La explotación laboral infantil, cuyo cese era una de las luchas de este movimiento, ha vuelto a ser una práctica que es parte de la vida de miles de niñas y niños en todo el mundo, para no hablar sólo de la situación de las mujeres adultas.

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