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La curiosidad y tú

Las grandes mentes se hacen grandes preguntas. Un ejemplo de ello fue Leonardo da Vinci, considerado como el más grande genio de la historia, quien con el mismo impulso natural de los niños siguió durante toda su vida cuestionando el saber aceptado de su tiempo. El asombro infantil, su insaciable curiosidad, la amplitud y la profundidad de su interés, fue el combustible que alimentó la fuente del genio a lo largo de su vida.

leonardo-da-vinci El autor Daniel Boorstin en su análisis sobre Leonardo dice: “A diferencia de Dante, no sentía pasión por una mujer. A diferencia de Giotto, no parece haber tenido lealtades cívicas. Ni devoción hacia la Iglesia o hacia Cristo. Aceptó gustosamente comisiones de los Medici, los Sforza, los Borgia o los reyes franceses; de los papas y de sus enemigos. Carecía de la mundanalidad sensual de un Boccacio, de la temeridad de un Rebelais, de la piedad de un Dante o de la pasión religiosa de un Miguel Ángel”. La lealtad, la devoción y la pasión de Leonardo, en cambio, estaban dirigidas hacia la búsqueda de la belleza y de la verdad. Según Freud, “transmutó su pasión en curiosidad”.

Lo admirable en Leonardo es que su curiosidad partía de las cosas más simples. En uno de sus muchos cuadernos de apuntes dice: “¿No vemos acaso cuán extensos y variados son los actos del hombre? ¿No vemos acaso cuántas clases diferentes de animales hay, y también de árboles y de plantas y de flores? ¿Qué variedad de lugares montañosos y planos, de arroyos, de ríos, de ciudades, de edificios públicos y privados; de instrumentos aptos para uso humano; de costumbres diversas, de ornamentos, de artes?”.

Alguna vez también escribió: “Así como un día bien empleado trae consigo el sueño anhelado, así una vida bien vivida trae consigo una muerte bendecida.”

¿Y qué nos preguntamos nosotros?

¿Qué tan curiosos somos?

¿Con qué frecuencia y eficiencia ponemos a trabajar nuestra curiosidad?

¿Cuándo fue la última vez que buscamos el conocimiento con el único propósito de perseguir la verdad?.

Una actitud mental “davinciana”, abierta e inquisitiva, ampliará nuestro universo y engrandecerá nuestra calidad de vida.

preguntas

Algunos consejos para desarrollar tu curiosidad:

  1. Mantén un cuaderno donde registres tus observaciones e interrogantes.
  2. Dedica un tiempo a la contemplación y a la reflexión.
  3. Siempre aprende algo nuevo.
  4. Ante una decisión importante, busca diferentes perspectivas.
  5. Sé una lectora voraz.
  6. Aprende de los niños pequeños.
  7. Desarrolla la habilidad de identificar y solucionar problemas.
  8. Cuando oigas o leas una palabra nueva, anótala y busca su significado.
  9. Pide información a tus amigos, conocidos y colegas.
  10. Interésate por otras culturas.
  11. Aprende otro idioma.
  12. Hazte una imagen de persona abierta y curiosa.

 

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