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Educar bien a un niño para que no sea egoísta e insensible es una tarea de padres.

Hay que inculcarles valores, actitudes, hábitos… sin olvidar darles ejemplo porque para ellos papá y mamá son el espejo en el que buscan reflejo.

 

Te enseñamos qué debes corregir y qué debes fomentar en tu peque. Estarás orgullosa de él.

La buena educación no se aprende en las aulas ni en los libros, aunque sin duda éstos contribuyen a desarrollar sensibilidades de gran valor como la solidaridad, la atención a los demás, la capacidad de escucha y apoyo… No obstante, especialmente los niños, son muy sensibles a lo que aprecian de su entorno y, en general, acostumbran a adoptar como propias (a copiar) actitudes que observan en los otros niños de la guardería o el colegio, en los padres y abuelos, en sus hermanos… Y es que para ellos la teoría poco vale al lado de la práctica, la del día a día. Por este motivo, te recomendamos que como madre estés muy pendiente de su desarrollo, sobre todo en los primeros años en los que tu peque irá forjándose un carácter a fuerza de experiencias y ejemplo, el que reciba por tu parte.

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Debes estar pendiente de él y entre otras cosas debes corregirle actitudes frecuentes como las que siguen:

 

No le consientas que canalice su energía en forma de golpes a otros niños, personas mayores o mascotas. Déjale claro que igual que a él le hace daño “recibir”, también a los demás. Así aprenderá a ponerse en el lugar del otro y a ser algo más sensible con los demás.

Enséñale que compartir es necesario porque llena de felicidad a los demás y que si comparte también los demás compartirán con él y podrá tener buenos amigos y divertirse más.

Intenta evitar los gritos: si le gritas o ve cómo gritas a los demás, entenderá que esa es la mejor manera de imponer tu voluntad y por tanto recurrirá a la misma táctica para imponer la suya con sus compañeros, su profesora o contigo misma.

Regáñale haciéndole entender que no ha obrado bien y que debería cambiar su comportamiento porque no está nada bien y a ti te hace poner triste. Un niño no soporta saber que su madre entristece por su culpa y esto funciona más que una zurra o un grito, porque le hace reflexionar.

Aunque sea pequeño, enséñale que debe ser responsable de sus propias cosas (recoger los juguetes que ha dejado esparcidos por el comedor, guardar las muñecas o los coches en la estantería que corresponde…) e intenta no perdonar la actitud de quien deja que sean los demás quienes arreglen lo que él estropea. Lamentablemente si no se corrige a tiempo, con los años resulta casi imposible.

Prémiale sus “buenas acciones”, no necesariamente con bienes materiales, pero sí haciéndole saber lo contenta que estás por lo que ha hecho e interesándote por cómo lo ha hecho. Un niño necesita saberse atendido y al igual que le riñes cuando se porta mal debes ser atenta y mostrarte orgullosa cuando se porta bien.

Acostúmbrale a pedir las cosas por favor y a ser educado con los demás: a pedir permiso, dar los buenos días, las buenas noches…

Ver la tele en familia es una buena manera de que aprenda a distinguir las actitudes correctas de las incorrectas. Contigo a su lado podrá discernir mejor entre lo que está bien y lo que no.

Pregúntale diariamente cómo le ha ido en el colegio, qué ha hecho, si lo ha pasado bien… es una manera de fomentar el diálogo y de que vaya aprendiendo a expresar sus miedos, alegrías, preocupaciones… de manera natural. Ello le ayudará a que con los años le sea más fácil abrirse a los demás y mostrarse tal y como es.

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