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Tipos de pensamientos

Además de los síntomas físicos, existen una serie de pensamientos comunes asociados a las crisis de ansiedad. Hay que recordar que estos pensamientos deben ser desproporcionados y no adecuados a la realidad de la situación, para que puedan ser entendidos como síntomas cognitivos de un trastorno de ansiedad.

También hay que descartar el que puedan deberse a otro tipo de trastorno psicológico (depresión, paranoia, trastorno obsesivo-compulsivo…).

pensamientos

Pensamientos mas comunes

1. Voy a perder el control de mí mismo.
2. Voy a morir.
3. Voy a desvanecerme.
4. Voy a volverme loco.
5. Voy a tener un ataque cardíaco.
6. Voy a hacer el ridículo.
7. Me quedaré paralizado.
8. Voy a quedarme ciego.
9. Voy a sufrir un ataque cerebral.
10. Voy a gritar.
11. Voy a morir ahogado.
12. Voy a vomitar.
13. Tengo un tumor cerebral.
14. Voy a hablar farfullando.
15. Voy a hacer daño a alguien.

Los cambios en el organismo

La ansiedad tiene una propiedad y es que resulta “anticipatoria”. Con esto se hace referencia a los cambios que se producen en el organismo y que son similares a los que se producen en una respuesta de miedo en la que el cuerpo se “prepara” para huir o enfrentarse a un peligro: el corazón late más deprisa y la respiración se hace más profunda, los músculos se tensan, se precisa de una mayor energía en el cerebro y en las extremidades, y se tiene una sensación subjetiva de temor e indefensión.

Esta anticipación es adecuada en los casos en los que existe un posible peligro, pero resulta inadaptativa cuando lo que se está anticipando es un peligro irreal. Por ello cierto grado de ansiedad nos es necesario para enfrentarnos a la vida diaria, permitiéndonos mejorar el rendimiento personal, pero nos es perjudicial cuando se dispara sin que existen razones justificables.

depresion-ansiedad

La ley de Yerkes-Dobson

La ley de Yerkes-Dobson relaciona la ansiedad con el rendimiento y lo representa, a grandes rasgos, con una curva en forma de U invertida. Según esta curva, con baja ansiedad el rendimiento es escaso, de la misma forma en que lo es cuando la ansiedad es excesiva. Una ansiedad normal, sin embargo, nos permite conseguir el rendimiento óptimo, nuestra mejor forma de actuación. Esto puede reflejarse perfectamente en muchas situaciones de la vida diaria.

En una fiesta de trabajo en la que apenas se conoce a nadie, ante un examen, una entrevista…,etc, la persona puede llegar con un nivel escaso de ansiedad, lo que la puede mantener poco vigilante y atenta, y con menor capacidad de reacción. Si la motivación y, por tanto, la ansiedad, se incrementa, se llega a la ansiedad normal, donde el rendimiento mejora y somos capaces de permanecer activos, despiertos y dispuestos a responder.

Elevando la ansiedad un poco más, se llega al nivel óptimo en la relación ansiedad eficacia: la motivación es tan alta que nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos. Pero en cuanto la ansiedad se sigue incrementando, el rendimiento comienza a experimentar un gran declive, y los efectos de la excesiva ansiedad pueden incluso llegar a dejarnos bloqueados, sin poder pensar, respirar, hablar…etc. La ansiedad no es buena ni mala en sí; depende de en qué grado aparezca.

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