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Empezar una nueva vida

El divorcio es para muchas mujeres la solución de haber sobrellevado años difíciles, de violencias, injurias, baja autoestima. Pero decidirse a romper con esa forma de vida no es fácil.

Está el temor a cómo podrá mantener el nivel económico a que mal que bien estaba en manos del hombre; la imagen todavía en algunos países de mujer divorciada que aún en nuestra sociedad no está muy transparente; así como la incomprensible duda de si será mejor su vida de ahora en adelante. Sin embargo cuando ya la situación es a todas luces insostenible, la mujer que decide divorciarse toma un coraje nuevo que hasta ella misma se sorprende de la energía que despliega.

divorcio

He aquí el DESGARRADOR TESTIMONIO de Mariana C.L. (una mujer peruana):

Actualmente es una hermosa mujer de apenas 28 años de edad, de figura espigada, ojos claros, cabello largo, castaño y futura educadora. Está separada y tiene en su poder un niño de dos años y medio. Ella, sin el menor reparo, nos cuenta su caso:

El que es mi esposo aún, fue mi enamorado por 5 años, yo me daba cuenta que mi familia no lo aceptaba, quizás eso me hizo cometer el peor error de mi vida, salir embarazada; felizmente mi pareja ya había conseguido trabajo aunque no había terminado los estudios.

Le voy a hacer una confidencia: Yo lo quería y aún posiblemente lo quiero, pero, ahora me doy cuenta, de lo mal que se portó conmigo, ya desde enamorados me cacheteaba y me pedía dinero para los pasajes, etc. Claro, el dinero me lo daban mis padres, para mis estudios, me compraban buena ropa y zapatos, buenos maletines. No sirvió de nada, hubiera preferido que no me den nada.

Mi vida fue un calvario. Esto lo cuento para que chicas como yo no cometan la locura de hacerse tremenda responsabilidad sin conocer a cabalidad los sentimientos del que será su pareja.

Nos casamos civilmente, empecé a sentirme como su propiedad. Así, encinta, me moreteaba la cara, los brazos, las pierna, a puñetazos, cuando no corría a cumplir con sus caprichos, ni siquiera podía ir a comprar el pan o la leche como lo hace cualquier padre que ama a su familia. Yo lo había denunciado por dos veces, sin consultar a nadie, porque me daba vergüenza. Cuando nos encontrábamos en la casa lo perdonaba. Pero la gota que rebasó el vaso fue la vez que me golpeó tanto que me rompió el labio y el diente.

Recuerdo mucho que cuando había dado a luz, aún la herida de la cesárea estaba fresquísima, y el niño lloraba posiblemente de hambre, me levantó de los cabellos tan fuerte que hasta ahora siento el dolor y el denigrante momento.

Todo esto generó una demanda de alimentos por mi parte, se retiró del hogar conyugal, no me pasaba dinero. Ahora, legalmente se le está recortando el sueldo, él cree que es mucho. Yo estoy trabajando, vendo en el mercado, su dinero no me interesa pero quiero enseñarle a ser responsable de sus actos.

En su trabajo es amable, con mi familia igual, a todos los tenía engañados, en la casa era un monstruo.
Ya lo he desenmascarado. Sólo espero que me concedan el divorcio, no deseo saber nada de él. Agradezco a Dios por los padres buenos que me ha dado, en cada instante me están ayudando moralmente y hasta económicamente.

Recomiendo a las chicas que conozcan bien al que será su pareja, quiénes son sus familiares. No me gustaría que nadie pase por tan horrible experiencia.

La mayoría de las mujeres peruanas aún no han madurado y se hacen preguntas de cómo sobrevivir cuando el matrimonio se acaba. ¿Quién soy ahora? ¿Cómo será mi vida en el futuro? ¿Cómo será mi relación con los varones? ¿Me volveré a enamorar? En el “predivorcio”, los fantasmas más grandes son la sociedad y la duda de cómo se va a mantener económicamente. El quiero hacer lo que no hice antes es una opción para atravesar ese momento. Muchos proyectos que quedaron de lado se pueden retomar después del divorcio. La voluntad de decidirse por una opción determinada tiene que prevalecer si no se quiere arruinar la propia vida y la de los que la rodean.

En el Perú, el mayor porcentaje de mujeres separadas regresan al hogar paterno en busca de apoyo; otras, que se apresuraron a casarse y no terminaron los estudios, los vuelven a retomar; pero lo lamentable es que el más alto porcentaje se encuentra a la espera de lo poco que pudieron lograr de la remesa mensual que les asignó el juez al recortar el sueldo del que fue su esposo. Una minoría no lucha por ello, a pesar de ser un derecho más aún si tiene niños pequeños; por el contrario, se dedican a realizar diversas tareas a fin de agenciarse medios económicos, como dicen estas mismas mujeres “para no dar lástima”, “para que el señor no crea que sin él no puedo vivir”, en estos casos, la autoestima se valora a tal punto que no desmayan hasta lograr los proyectos que tienen en tapete.

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