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– Los ladrones empiezan por registrar armarios, cajones, vasijas, libros, etc. Olvídate, pues, de ellos como escondite de objetos de valor. Y no cierres armarios y cajones con llave, ya que descerrajarán la cerradura, estropeando el mueble, y habrá sido peor el remedio que la enfermedad.

– Lo de instalar un automático para que la radio y las luces se conecten a una hora determinada tampoco es un buen recurso porque la regularidad de su funcionamiento les confirma que la casa está sola. Solicita a Telefónica que desconecte tu teléfono para que los ladrones no puedan llamar y averiguar si hay alguien.

– Consíguete quien te vacíe el buzón de correspondencia atrasada. Y fotografía aquellos objetos que consideres susceptibles de despertar el interés de los ladrones, pues posteriormente pueden servirte para identificarlos.

– Si estás preparando ya tus vacaciones y llevas varios días pensando el lugar más seguro donde esconder tus objetos preciosos, ahórrate el esfuerzo.

Olvídate de las cajas de doble fondo, los bolsillos de la ropa de invierno colgada en los armarios, el depósito de agua del inodoro; incluso aunque creas haber sido astuta como una serpiente por haberlos ocultado en la nevera, en la pantalla de una lámpara, dentro de unos zapatos viejos o en el fondo de la lata donde guardas el café molido, sabe que es precisamente ahí donde todo el mundo esconde sus joyas y donde, lógicamente, primero van a mirar los ladrones. ¿El mejor escondite?: una caja de seguridad alquilada en un banco.

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