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La reacción alérgica al polen, puede afectar a diferentes órganos; cuando
afecta a la nariz, produce una inflamación, caracterizada por estornudos,
picor, congestión, secreción y obstrucción nasal.

Es frecuente que se afecten otros tejidos, provocando inflamación en los
ojos (conjuntivitis), picor de paladar, de garganta y de oídos. Este conjunto
de síntomas también se conoce con el nombre de “fiebre del heno”.

Si la inflamación afecta a los pulmones se produce tos, dificultad para
respirar, sensación de opresión torácica y pitidos, el llamado asma polínico
las personas afectadas, pueden presentar agudizaciones bruscas y recortadas
sólo durante períodos muy específicos del año y permanecer con síntomas leves o
sin ellos en otras épocas.

El clima puede influir en los síntomas de la polinosis. Los síntomas
alérgicos a menudo son mínimos en los días de lluvia por un efecto de barrido
atmosférico, así como en días nublados o sin viento, porque el polen no se
desplaza en estas condiciones. El tiempo cálido, seco y con viento indica mayor
distribución del polen y, en consecuencia, de mayores síntomas alérgicos.

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