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La enseñanza Secundaria

La mayor parte de padres y madres de adolescentes actuales permanecieron hasta los 14 años en el mismo Centro de Enseñanza y luego pasaron a otro en el que había alumnos de hasta 18 años (más o menos). Actualmente en España el paso de primaria a Secundaria se hace entre los 11 y los 12 años, y en los Centros de Secundaria conviven con alumnos de hasta más de 18 años (módulos formativos).

¿Qué es mejor, lo de ahora o lo de antes?. La mayoría de educadores opinan, y las investigaciones lo confirman, que la forma en que se organicen las edades no es tan importante como lo que sucede dentro del Centro de Enseñanza, es decir: Qué se enseña y cómo se enseña. Además está demostrado que la implicación de las familias en la evolución académica de sus hijos es el factor más determinante para el éxito escolar.

¿Es la Secundaria tan fiera como la pintan?

A casi todo el mundo le incomodan los cambios. El paso a Secundaria supone cambios notables para los chicos (nuevos compañeros, distintos profesores, horarios, y sistemas de trabajo) que ocurren al mismo tiempo que los cambios que supone la propia adolescencia.

Algunas prácticas y estrategias de los padres pueden facilitar que el cambio se haga de forma más relajada e incluso con cierta ilusión.

¿Miedo a la Secundaria?

Muchos padres y madres, sin proponérselo, dificultan la entrada de sus hijos en la Secundaria con mensajes atemorizantes: “cuidado con los mayores en el patio”, “el trabajo es mucho más duro”, “los profesores no se andan con contemplaciones”, “las asignaturas son mucho más difíciles”, y otros por el estilo.

Cambie sus mensajes negativos por otros que animen a su hijo ante la nueva etapa: “los profesores son especialistas que te enseñarán con más profundidad”, “tendrás más medios para aprender”, “podrás demostrar que eres más responsable y maduro que en primaria”, “conocerás compañeros de otras zonas de la ciudad”, “los equipos deportivos son más potentes”, u otros por el estilo.

Participe en la vida escolar. Las investigaciones demuestran que los alumnos cuyos padres están pendientes de su vida escolar y colaboran con el profesorado funcionan mejor y consiguen mejores rendimientos. Algunas formas prácticas de participar en la vida escolar pueden ser las siguientes:

¿Es la Secundaria tan fiera como la pintan?

Normas y expectativas. Desde el primer día de clase fije horarios claros en función de los horarios de clase: a qué hora levantarse para llegar temprano, a qué hora acostarse para un descanso adecuado, a qué hora debe regresar a casa tras las clases. Por otra parte asegúrese de que su hijo entiende que usted espera lo mejor que pueda dar de si mismo para superar el curso.

Infórmese sobre el Centro de Enseñanza. Muchos centros disponen de una guía para informar sobre horarios, asignaturas, formas de evaluación, reglamentos, horarios de visita, formas de comunicarse con los profesores, grupos de padres, etc. Si no existe esa guía pregunte al tutor o a los directivos. Ellos también prefieren que su hijo funcione bien en el centro.

Ayude a su hijo a organizarse. El primer año, o al principio del curso, es habitual que los adolescentes se despisten con la cantidad de trabajo, nuevas actividades y sus propias preocupaciones como adolescentes. Usted puede colaborar de diversas formas:

Repasar sus horarios de actividades para ver si tiene demasiadas cosas que hacer.

Ayudarle en los hábitos de trabajo recordándole horarios y hablando sobre las tareas y materias que están viendo en las clases. Asegúrese de vez en cuando de que dispone del material necesario.

Ayudándole a evitar las prisas de última hora en la entrega de trabajos o en la preparación de exámenes.

Proponiendo y supervisando una “Agenda Escolar” en caso de que su hijo sea especialmente despistado o desorganizado.

¿Es la Secundaria tan fiera como la pintan?

Mantenga un ambiente de estudio. Intente eliminar de su hogar cuántas distracciones puedan interferir durante el horario de estudio de su hijo. Si no es posible quizás sea bueno llevar a su hijo a una biblioteca para que pueda concentrarse con su tarea.

Valore la educación y los hábitos. Demuestre a su hijo que lo que está aprendiendo hoy será importante para cuando sea adulto. Verle leer libros o periódicos o calcular gastos domésticos le hará ver la utilidad de conseguir una buena formación.

Si usted tiene lagunas o ha olvidado contenidos escolares pídale a su hijo que le enseñe o le ayude a recordarlos.

Acuda a los actos del centro. Asistir a reuniones, conferencias, encuentros deportivos o ceremonias escolares, siempre que pueda, hará que su hijo comprenda que lo que ocurre, todo lo que ocurre, en el Centro es importante para usted. Pero recuerde que muchos adolescentes se sienten incómodos y prefieren que sus padres estén, pero un poco alejados.

Conozca a los profesores. No siempre es posible conocer a todos los profesores de su hijo, pero al menos debería conocer al tutor de su curso y al orientador del Centro. Piense que cuanto más visible sea usted para el profesorado más fácil será mantenerse informado de la evolución de su hijo. Lea las notas y avisos que lleguen a casa y transmita a su hijo que lo hace, le importa, y que si alguna no llega se preocupará por ello.

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