Hacerse mayor no es sólo una cuestión fisiológica ligada al paso del tiempo. Si así fuera, se consideraría mayor una persona al alcanzar cierta edad, en todas las culturas. Y esto no es así.
En Transcaucasia, por ejemplo, una persona es joven mientras no ha cumplido los noventa años.
Enfoques de la edad adulta
La edad adulta es un fenómeno complejo en el que intervienen un conjunto de factores, se pueden señalar distintas perspectivas.
Si para determinar si una persona es mayor o no se cuentan los años que tiene, se está considerando la edad adulta desde un punto de vista meramente cronológico. Y la verdad es que hoy este es un dato que apenas nos dice nada. Todos conocemos personas que, con 40 años, son absolutamente viejos y otros de 70 completamente jóvenes.
Otras veces se considera mayor a aquella persona que no puede vivir de forma autónoma, porque sus capacidades físicas o mentales han disminuido notablemente. Se está entendiendo, entonces, desde un punto de vista funcional.
Pero cabe aún hablar de otro enfoque: el social. Según él, es mayor toda persona que ha llegado a la edad de la jubilación. La jubilación es algo así como la puerta oficial de entrada en la edad adulta.
Es posible, sin embargo, entenderla de otra forma: como una etapa más de la vida de toda persona. Es la concepción más equilibrada y moderna. Supone aceptar que el transcurso del tiempo produce efectos que hay que tener en cuenta, pero que éstos no son necesariamente invalidantes. Puede haber, en mayor o menor medida, limitaciones funcionales o problemas de salud, pero también habrá aspectos positivos como la serenidad del juicio, la madurez y la experiencia.
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