Desde el año 1.986, un abogado que aspiraba a aplicar las nuevas tecnologías, nacientes por esas fechas, a su propio despacho profesional y, posteriormente, el de una Procuradora de los Tribunales. Buscando como objetivo el desarrollo de aplicaciones informáticas, sin apenas proponérselo, comienza a difundirse en despachos, donde los propios profesionales que lo disfrutan van aportando ideas para la mejora del producto. La continua audiencia a los profesionales ha constituido, constituye y va a seguir constituyendo la razón de ser de la empresa, y prueba de ello lo representan las continuas modificaciones y mejoras que se introducen en la aplicación, alejándose de un programa estático y anclado en versiones inamovibles.
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