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Uñas bien cuidadas

Las uñas, tanto las naturales como las pintadas en los más variados colores, se han convertido en las protagonistas de la temporada. Para estar a tono con las circunstancias, es necesario esmerarse y conseguir un acabado perfecto.
¡Adiós a las manchas blancas, los bordes en capas y los surcos!

La forma y largura de las uñas siempre han sido muy reveladoras sobre la sociedad y la cultura. No es de extrañar que al inicio del siglo XXI, cuando la mujer está plenamente incorporada al mundo laboral y debe sacar provecho de cada minuto, se lleven las uñas cortas y en colores naturales que resultan mucho más sencillas de mantener que los esmaltes oscuros.

Durante la dinastía Ming, la clase dominante de los mandarines se caracterizaba por llevar las uñas exageradamente largas, lo que incluso les impedía usar las manos con naturalidad. Esta era una muestra de que disfrutaban de un estatus social y económico tan elevado que disponían de legiones de sirvientes y, por tanto, no tenían necesidad de hacer trabajos manuales. Este exceso no tiene nada que ver con las reglas de estética actuales. Hoy día, las uñas no deben sobresalir más de un centímetro por encima de la yema del dedo.

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Limarse las uñas

Para hacer la manicura, hay que seguir unos sencillos pasos. El primero consiste en dar forma a las uñas con una lima de cartón reduciendo antes la longitud con tijera o alicate. No hace falta cortar las cutículas ya que se vuelven más duras y pueden surgir heridas. Se ablandan con cremas y ligeros masajes y se empujan hacia atrás con un bastoncito de algodón. Después se sumergen los dedos en agua jabonosa durante unos minutos.

La forma cuadrada evita que las uñas se rompan con facilidad. Antes de pintarlas, hay que quitar todos los restos de esmaltes y limpiarlas bien. Una vez secas, se aplica una base protectora. A la hora de utilizar la laca, se deja caer una gota en medio de la uña y luego se extiende a cada lado con el pincel. A los tres o cuatro minutos, se aplica una segunda capa.

Endurecedor

Algunas lacas de uñas secan en un minuto, pero en otros casos conviene ser paciente para que el acabado sea bueno y no se estropee. En las uñas frágiles y, en general, para alargar la manicura, vale la pena dar una pasada final sobre el esmalte seco con un endurecedor y protector, o simplemente, una capa de brillo transparente para aumentar la resistencia al agrietamiento.

Son muchas las mujeres que piensan que el esmalte es perjudicial para las uñas porque no las deja respirar. Nada más lejos de la realidad. Las uñas no necesitan esa presunta respiración, y, de hecho, pueden incluso salir reforzadas gracias a la acción protectora del esmalte que aumenta su resistencia.

Usar la lima pulidora

Hay que tener cuidado con los colores oscuros, que casi siempre acaban tiñendo la uña y dándole un tono amarillento. Se puede prevenir tan desagradable efecto usando siempre un esmalte de base, que crea un colchón protector entre la uña y los pigmentos de color. La única forma de devolver a la uña su color natural es pulir su superficie con una lima pulidora, un instrumento de manicura compuesto por tres tipos de superficie que se usan de mayor a menor.

La primera superficie elimina la capa superior de la uña, la segunda la iguala y la tercera le da un brillo satinado. ¿El resultado? Un tono más fresco y rosado. Desafortunadamente, su uso continuado debilita la uña considerablemente por lo que no se recomienda usarla más que cada cuatro o cinco meses. Esta lima se utiliza a menudo para la manicura masculina, especialmente en uñas muy gruesas o rugosas o manchadas de nicotina.

Quitaesmalte

El quitaesmalte es el agente más agresivo que existe para las uñas. Las mismas sustancias capaces de disolver las resinas del color resecan y deshidratan la queratina. Poco a poco, las uñas son capaces de restaurar su nivel de hidratación por sí mismas, pero para ello necesitan al menos una semana de descanso. Por eso no conviene abusar de este producto.

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Alteraciones de las uñas

Manchas blancas. Las más frecuentes son como puntitos y, otras veces, en bandas. Casi nunca se conoce el motivo, pero pueden ser pequeños traumatismos o algún déficit nutritivo, especialmente de vitaminas B o zinc.

Surcos. Se producen porque la queratina es anómala y la superficie de la uña se hunde algo, ya sea por traumatismos, anemias, déficit de vitaminas B o calcio. Los que están a lo largo de la uña pueden deberse a predisposición familiar o por falta de circulación. Los que aparecen a lo ancho, suelen ser pasajeros y surgen después de la fiebre, operaciones o del parto.

Agujeritos. Se deben a una alteración pasajera de la queratina, que se desprende y deja hoyos. Si hay muchos, la superficie es rugosa como un dedal. Muchas veces, acompañan a la psoriasis, eczemas o a la alopecia areata -zona redondeada sin pelo- y pueden aparecer por hongos, traumatismos y en algunos reumatismos.

Uñas despegadas. La uña suele despegarse por el borde y, si va progresando, puede caer. Suele originarse por enfermedades de la piel, falta de circulación, anemias, infecciones o déficit nutritivos. También afectan negativamente las lacas, medicamentos o el cloro de las piscinas.

Borde en capas. Aparece por traumatismos mínimos, casi siempre en uñas frágiles, quizás por déficit de circulación, vitamina A, calcio o hierro, infecciones, o por estar mucho tiempo en el agua.

Soluciones. Cuando es posible hay que tratar la causa pero, para descubrirla, es necesario un examen general y quizás algunos análisis. Siempre es aconsejable llevar las uñas cortas, no tenerlas mucho tiempo en agua, tener cuidado con los traumatismos, evitar irritantes químicos y llevar una alimentación equilibrada.

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