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Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo [13-05-2020]

 

Qué seres más complejos, extraños y viscerales somos. A pesar del nivel de conocimiento alcanzado por la humanidad, a pesar del raciocinio que se nos presupone, a pesar del nivel ético, que supuestamente debería ser el más alto de nuestra historia, si realmente hemos aprendido algo de lo vivido. A pesar de todo ello, en un gran porcentaje, nos dejamos llevar por los impulsos instintivos, y frecuentemente nos comportamos de manera irracional, incluso cuando la razón nos indica que debemos actuar de manera diferente.

 

Es un claro enfrentamiento entre ética y estética el que se da en el mundo estos días, en la búsqueda de como poner fin a la cuarentena, con poco consenso sobre como equilibrar salud y necesidades socio-económicas, incapaces de esperar indefinidamente a que la ciencia responda a cada enigma que surge en la comprensión creciente, pero imperfecta, del comportamiento del virus y sus consecuencias.

 

Hemos entrado en un periodo de alto riesgo, de ensayo y error a nivel mundial, en busca de la mejor solución social, política, sanitaria y económica a la actual crisis. La primera oleada de reaperturas, desde Asia a Europa, principalmente, nos muestra un atisbo de lo que se puede convertir en un proceso de experimentación y recalibración constante. Cada política, en cada país, trata salir del proceso critico cuanto antes, a veces en alocada carrera, y si bien en la mayoría de los casos se basa en el conocimiento científico, el calculo de la relación costo-beneficio cobra mucha importancia en la búsqueda de lo que puede funcionar, de lo que vale la pena “pagar”, de lo que la gente aceptará, de cual es el valor de una vida salvada.

 

Y no parece haber más remedio, hay que realizar cálculos éticos, aunque nos puedan producir nauseas e inquietud moral. No es tarea fácil ni como gobierno, ni como sociedad, hacerse preguntas del orden de cuantas vidas deberían arriesgarse para salvar otras tantas del desempleo, cuantas para evitar que los estudiantes se atrasen en su educación, cuantas para salvaguardar la “normalidad”, cuantas para salvar la depresión económica.

 

De todas formas lo que si parece, a pesar de las diferentes formas de abordar el fin de la cuarentena en cada país, es que cualquier medida de reapertura tiene, en común, el objetivo de mantener bajas las infecciones para evitar la saturación sanitaria, detener las infecciones de mayor riesgo para frenar las muertes, e intentar controlar las cargas económicas y sociales. Además la única manera que tenemos de saber con seguridad si los beneficios de una política merecen la pena el esfuerzo y el alto coste social, es probar, observar lo que sucede.

 

Todas estas cuestiones, en principio económicas o sanitarias, también se convertirán o ya se están convirtiendo en cuestiones filosóficas y de valores éticos. Ahí entra en juego el individuo, ahí entramos en juego nosotros mismos, entra en juego nuestra ética. Básicamente la ética nos dice lo que es bueno para nosotros como individuos y como sociedad, buscando la conducta correcta, identificada como la que proporciona mayor bien, la mayor satisfacción o felicidad. Es la mejor herramienta para tomar decisiones sabias, proporcionándonos un mapa moral para encontrar el camino a través de la complejidad creciente.

 

Algunos filósofos han argumentado que si sabemos que seria éticamente bueno hacer algo, lo haríamos porque seria irracional no hacerlo, lógico ¿no?. Pues la experiencia nos enseña que con mucha frecuencia nos comportamos irracionalmente, nos dejamos llevar por impulsos, incluso cuando la razón nos indica que deberíamos actuar de manera diferente. Sólamente así se puede explicar los comportamientos de algunos dirigentes, el caso de Trump es paradigmático, o el comportamiento de muchos ciudadanos en nuestro país, y en otros, demostrando un alto indice de irresponsabilidad social, que no puede ser excusada por falta de información, sino por falta de “formación ética”.

 

Tenemos un problema de cumplimiento, y no me refiero a un cumplimiento estrictamente de seguimiento de una ley, pues el seguimiento de una ley éticamente corrupta como por ejemplo en la Alemania nazi, tampoco seria ético.

 

Más bien me refiero a que si bien todos tenemos la capacidad para amar decisiones éticas conscientes, no siempre lo hacemos.

 

Ser éticos es parte de lo que nos define como seres humanos, pero tomar decisiones éticas conscientes es una opción, cada uno de nosotros elige si actúa de una manera ética o no, pues como dijo Albert Camus, un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo.

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“Divorciado de la ética, el liderazgo se reduce a la gestión y la política a una mera técnica.” James McGregor Burns

Sobre la importancia de la ética también se pronunció Wynton Marsalis: “La ética es más importante que las leyes.” Pues con mi querido Wynton os dejo, con el tema “Sweet Georgia Brown”, interpretado junto a Mark O`Connor al violín y Frank Vignola a la guitarra, me encanta, que marchosa y elegante manera de comenzar la mañana….

el-pinche-feliz

Aquí a diario Mis Gastrotapasdesde la “Oronja Home”
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