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En el mundo social y moral que rodea a la persona se aprende todo. En ese sentido también se aprende a envidiar.

 

Pero, desarrollar o no el sentimiento de la envidia, depende de cada uno. Sólo cabe esperar utilizarla en el mejor sentido, el de la autosuperación.

Que los españoles son unos envidiosos es un tópico, pero no por ello deja de ser cierto. Todo el mundo ha sentido envidia por alguien alguna vez en su vida. Al menos eso es lo que reflejan las estadísticas.

Sentimiento generalizado

Socialmente hablando, la envidia es algo interesante, hace que las personas sean más competitivas y, por otra parte, provoca un continuo estado de insatisfacción. Ello lleva a competir por lo que no se posee y a la vez se anhela pensando que con ello se puede alcanzar la felicidad.

En términos generales, las mujeres se consideran algo menos envidiosas que los hombres. Éstos codician más que ellas el dinero y el poder. En cambio, las féminas valoran por encima de todo disfrutar de un buen ambiente familiar. Por la edad, los jóvenes parecen ser más envidiosos, sobre todo del poder y estatus social. A medida que pasan los años lo que se envidia más en el ambiente familiar.

envidia

La envidia bien entendida

El sentimiento de desear lo que no se tiene se produce a partir de dos tendencias adaptativas. Ambas son imprescindibles para la supervivencia del hombre. La primera es la comparación con las demás personas. Ésta es importante para poder descubrir quién es cada uno realmente. Se consigue viendo las similitudes y diferencias con los demás.

La otra tendencia es desear lo que no se tiene. Así se progresa y se desarrollan determinadas aptitudes para alcanzar objetivos. Ninguna de estas dos tendencias puede eliminarse. Pero sí educarlas, para que la envidia no llegue a ser destructiva.

Tipos de envidia

La envidia puede ser de tres tipos: la envidia destructiva, sana y de celos.

La envidia destructiva suele manifestarse con personas próximas al envidioso. Éste se compara con ellas para valorarse a sí mismo. Son relaciones en las que se ocupa una posición inferior no aceptada.

Al contrario que la anterior, la envidia sana se trata de un tipo de admiración. Aparece en relaciones de envidia a otras personas lejanas, a las que se observa como una referencia ideal. Son lo que uno puede o quiere llegar a ser.

Los celos aparecen ante el miedo de perder el afecto que el celoso había conseguido (o imaginado) con alguien debido a la intervención de una tercera persona.

La envidia cambia

Determinados ambientes y situaciones fomentan la codicia. Pero con una adecuada educación en las diferentes etapas de la vida se puede transformar la envidia patológica. Ésta puede acabar convirtiéndose en una forma de motivación para progresar.

En la infancia la envidia se desarrolla a partir de situaciones vividas como una amenaza. Para prevenirla es necesario favorecer en el niño otras habilidades sociales para fomentar su autoestima. En la adolescencia es fundamental que el joven se relacione con personas de diferentes estatus y clase social. Así se logrará adaptarse mejor a las diferencias con que se enfrentará en el futuro.

Entre los treinta y los cuarenta años se suele sufrir una crisis. Esta sobreviene al analizar lo que se desearía haber sido y lo que se es en realidad. Es importante contar con un apoyo para evitar que estas contradicciones acaben en una envidia patológica. Al final, en la vejez es importante hacer repaso de todo lo que se ha hecho en la vida.

¿Tan mala?

Pero la envidia no sólo implica aspectos negativos. También desempeña un papel fundamental en el desarrollo social. Es un factor de dinamismo social y emulación. Los colectivos la han utilizado para conseguir un cambio de papeles. Su último objetivo es acabar con las desigualdades sociales.

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