En teoría, el cuerpo humano supone un conjunto de órganos y aparatos con capacidad para durar 120 años, siempre y cuando el hombre se capaz de utilizarlo razonablemente y sin abusar del mismo.
De hecho aquellas sociedades que se ven menos influenciadas por factores agresivos ambientales, que cuidan su alimentación, o simplemente la basan en productos menos elaborados y más naturales, allá donde no existen abusos en prácticas nocivas como el tabaco o alcohol, etc, la esperanza de vida supera la media de los estados más desarrollados.
Esta diferencia se debe, entre otros factores, a que en el entorno hay una serie de situaciones que debilitan lenta pero inexorablemente y de forma precoz la mayor parte de las células y con ello estimulan el envejecimiento temprano.
Dentro de estos factores que nos precipitan hacia un rápido deterioro del organismo podemos citar: estrés, alimentación grasa, tabaco, alcohol, radiaciones solares, contaminación ambiental, sedentarismo y falta de sueño
Estos factores tienen efecto sumatorio a la hora de agredir el cuerpo, de tal manera que no actúan por separado, sino potenciándose unos a otros.
Para hacer frente a estos aliados del envejecimiento precoz no sólo hay que evitar su aparición, sino también contrarrestar su influencia principalmente a base de: frutas, verduras, actividad física, y en particular estiramientos o sueño reparador.
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