Tanto para la tradición cristiana como para la islámica, Dios ordenó a sus ángeles reverenciar y asistir al nuevo ser, el hombre, pero Satán, por envidia o por orgullo, se negó a cumplir el mandato de Dios.
Fue entonces cuando Dios le ordenó: “Salid fuera de mi vista”, y el ángel fue directamente al infierno, el único lugar que estaba fuera de la vista de Dios.
Las batallas celestiales entre los ejércitos de Dios y los ángeles caídos no se mencionan en el Viejo Testamento, pero sí en el libro del Apocalipsis de Juan (12:7-9) donde hace referencia a la batalla entre San Miguel Arcángel y su ejército contra Satán y sus seguidores, primero en el cielo y luego en la tierra.