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– En las macetas, los riegos sucesivos son causa de que la tierra se apelotone; es preciso para la salud de las plantas que la tierra sea ligera y sólida a la vez, esponjosa y rica en elementos nutritivos. Una buena mezcla de tierras suele ser la solución más adecuada.

La mayoría de las plantas verdes de interior más corrientes (ficus, dieffenbachia, etc.) requieren una mezcla compuesta por: 1/3 de mantillo (si es posible de hojas), 1/3 de arena de río y 1/3 de turba clara.

Los helechos: 1/2 de tierra de brezo, 1/4 de mantillo de hojas y 1/4 de vermiculita.

Las palmeras: 1/4 de arena de río, 1/4 de mantillo de hojas, 1/4 de tierra de jardín y 1/4 de turba clara.

Finalmente, para los cactus, mezcla 1/2 de arena, 1/4 de turba clara y 1/4 de mantillo de hojas.

– Cuando la tierra de las macetas está muy amazacotada, lo mejor es coger un tenedor y remover la tierra hasta una profundidad aproximada de un centímetro.

Con esta operación facilitarás la penetración del agua de riego y las plantas se desarrollarán mejor.

Si no cambiaste la tierra de la maceta en los dos últimos años, retira esta capa superficial, ya empobrecida, y sustitúyela por tierra nueva.

Es una forma de aplazar un problema, ya que el año que viene el cambio de tierra será inexcusable.

– Para saber si una tierra es calcárea no tienes más que derramar sobre ella unas gotas de vinagre; si las gotas provocan una efervescencia, quiere decir que lo es.

Para enriquecerla puedes mezclarla con materias orgánicas ácidas como tierra de brezo o la turba, aunque el remedio puede revelarse insuficiente. Lo más sensato es que te limites a plantar especies que se adapten bien a este tipo de terreno.

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