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Antes de comprar, levanta la planta y analiza detenidamente el dorso de sus hojas para asegurarte de que no tienen parásitos de ningún tipo. Inspecciona la superficie de la tierra, que no tuviera hojas o flores en descomposición. La planta tiene que estar perfectamente enraizada; rechaza aquéllas cuyos tallos te parezcan poco firmes o con un anclaje insuficiente. Trata de descubrir la presencia de enfermedades o parásitos; es difícil, pero sus huellas son claras: hojas manchadas, agujeros en las hojas. La compra de una planta enferma implica un riesgo de contagio para el resto de las plantas.

– La época más apropiada para la compra de plantas de interior es la comprendida entre la primavera y el principio del otoño. La razón es que durante este período las condiciones ambientales de las viviendas son prácticamente idénticas a las que la planta tenía hasta entonces. De este modo se superan con más facilidad las inevitables dificultades de adaptación al nuevo entorno. En invierno, la calefacción, el aire seco y la luminosidad más débil hacen que las condiciones de las viviendas sean menos favorables.

– Examina las plantas antentamente antes de adquirirlas.

Rechaza aquellas cuyas raíces salgan por los agujeros de drenaje de las macetas, es indicio de falta de nutriente y de que llevan demasiado tiempo esperando un trasplante; lo mismo cabría decir de aquellas que formen ligeras raíces en la superficie de la tierra.

Comprueba que la planta esté bien estabilizada dando un leve tirón del tallo: no debe salir con facilidad.

Rechaza también aquellas que presenten un desarrollo desigual en sus lados.

La tierra de las macetas no debe estar nunca seca.

No tiene importancia, en cambio, la presencia de alguna mala hierba, pues son indicativas de que la planta está bien asentada y pronta para ser trasplantada.

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