Cuando se ejerce de anfitrion/a en una reunión numerosa hay que actuar con los invitados como la grasa entre las piezas de una maquinaria. Si presentas a dos personas y no puedes seguir con ellas hasta que la conversación esté trabada porque tus deberes te reclaman, procura dejarlas habiendo establecido entre ellas algún nexo que les facilite el contacto. Los nombres dicen muy poco; infórmales de posibles intereses, aficiones, incluso opiniones que pudieran compartir. Una referencia a sus profesiones o a la historia de tu amistad con ellas puede serles útil para iniciar una conversación. Si no lo haces así y ellas carecen de esta habilidad, serás culpable de haberles puesto en una situación violenta.
En el momento de presentar a alguien, la regla fundamental es que el más joven será presentado al mayor, el caballero a la dama, el subordinado al jefe. Por consiguiente, diremos siempre primero el nombre del más joven, del caballero, del subordinado. En cualquier caso evitaremos referirnos a la hora de presentar a nuestra mujer como “mi esposa” o “mi esposo”. Siempre será “mi mujer” o “mi marido”.
Una dama, si está sentada, no se levantará jamás cuando le sea presentado un caballero, a no ser que éste sea un señor de mucha edad y categoría o ella sea muy joven. Cuando se presenta a dos damas, la de edad permanecerá sentada, pero la más joven se levantará. Las damas de la misma edad que quieran mostrarse muy corteses podrán levantarse al ser presentadas, pero no tienen obligación de hacerlo.