Algunos enfermos necesitan que les sean suministradas estas sustancias, pero en el mundo del deporte se usan generalmente para conseguir un mejor rendimiento. La mayoría de las personas que consumen anabolizantes lo hacen para incrementar la masa muscular, aumentar la potencia/resistencia muscular, entrenar con más dureza, y para reducir el tiempo de recuperación tras el esfuerzo físico.
En el caso de los deportistas que compiten su administración se considera “doping” y, por tanto, constituye un motivo de descalificación y puede arruinar la mejor carrera deportiva.
Pero a parte de la ilegalidad que conlleva su uso en la práctica deportiva de competición, el consumo de los anabolizantes conlleva, como se ha dicho anteriormente, una serie de riesgos y daños importantes para la salud:
Entre otros problemas derivados de su consumo están la posibilidad de sufrir ataques cardíacos, acné, alteración del estado de ánimo, agresividad, cáncer de hígado, hipoglucemia…
En los hombres también puede provocar infertilidad, reducción de los testículos y crecimiento de los pechos. En las mujeres puede provocar una voz más grave, crecimiento del vello corporal y aumento significativo en el tamaño del clítoris. Además, algunos de estos efectos pueden ser irreversibles en las mujeres.
