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– Coge una bolsa de muselina, pon dentro un par o tres de puñados de salvado y ciérrala con un cordel.

Cuelga este saquito del grifo de la bañera, de modo que el agua lo atraviese al salir.

El salvado esparcirá sus elementos activos en el agua del baño, que se pondrá lechosa.

Usa luego el saquito para darte un ligero masaje corporal y cuando acabes, hasta una niña de cuatro años envidiaría tu piel.

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