Lo de que el vino tinto debe servirse a temperatura ambiente viene de antiguo, concretamente de la Edad Media.
Pero debe tenerse en cuenta que en esa época la temperatura de la pieza donde se guardaba el vino estaba en torno a los 14º C.
Actualmente, para desgracia de los vinos, la temperatura ambiente de las casas ronda los 20º, si no más. Los expertos sostienen que por debajo de los 16º el alcohol desempeña un papel de sostén de los aromas del vino, mientras que cuando se supera esta temperatura, el alcohol se torna más ligero y flota por encima del vaso, con lo que se le siente sólo a él y se pierde la complejidad del conjunto. Por tanto, en condiciones normales, sería aconsejable meter la botella de vino tinto en la nevera tres cuartos de hora como mínimo para quitarle esos cuatro grados de más.
Y más vale servir un tinto un poco frío que demasiado caliente. No olvides que cavas, champagnes y vinos blancos se sirven entre 10 y 12º y los tintos entre 16 y 18º.