– Alivia las “agujetas” ingiriendo de 50 a 100 gr. de azúcar y salivando bien.
– Un molinillo de café convertirá instantáneamente el azúcar cristalizado en azúcar lustre.
– El sabor desagradable de la cebolla desaparece si se bebe un vaso de leche azucarada caliente.
– Un poco de azúcar en el agua del florero hará que los capullos de tus claveles se abran antes.
– Un terrón de azúcar echado a la botella del aceite impide que se enrancie .
– Aplasta el extremo de los tallos de las rosas y añade al agua del jarro una aspirina y un poco de azúcar. Durarán más.
– Intenta quitarte el hipo tomando una cucharadita de azúcar embebida en vinagre.
– Si el azúcar se ha apelmazado, pon un paño apenas húmedo sobre la boca del azucarero y déjalo obrar durante un rato.
– Los bizcochos se conservan tiernos en una caja metálica si se añade también un par de terrones de azúcar.
– Larga vida para las medias. Antes de estrenarlas conviene lavarlas y añadir una cucharada de azúcar al última agua de aclarado.
– El tul queda mucho mejor si, al lavarlo, añades al agua del aclarado un poco de azúcar.
– Si eres fumador de pipa, límpiala con coñac, en el que previamente habrás disuelto un poco de azúcar en polvo.
– Si una prenda se ha chamuscado, frótala con un terrón de azúcar ligeramente humedecido en agua.
– Aparte de las ya sabidas, como quitarle a la salsa de tomate su acidez, el azúcar te puede servir en la cocina también para eliminar el gusto amargo de las endivias guisadas. Empieza por saltearlas en mantequilla o aceite y añádeles luego el zumo de un limón mezclado con una cucharada sopera de azúcar.
Igualmente te servirá para salvar la salsa que te ha quedado salada en exceso. Basta con que sumerjas en ella durante unos minutos un terrón de azúcar puesto sobre una cucharilla para que el azúcar absorba la sal sobrante.
– Para quitar el óxido de la hoja de un cuchillo, frótala con una cebolla partida por la mitad y abudantemente espolvoreada con azúcar en polvo.