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Podréis
entender fácilmente, después del capítulo anterior, que las muelas son
muy sensibles. No solamente tienen un nervio en su interior, sino que
además este nervio empapa como el agua una esponja, la mayor parte de
la estructura del diente o de la muela.

Como
todo nuestro cuerpo, las muelas están protegidas por los nervios. Si no
tuviéramos sensibilidad, no nos daríamos cuenta que nos quemamos hasta
que oliéramos a costilla a la brasa. El nervio de las muelas nos
permite saber si algo está demasiado frío o demasiado caliente. También
detecta cosas que pueden ser peligrosas para nuestros dientes, por
ejemplo el azúcar. Pero el famoso dolor de muelas se produce cuando el diente se estropea.

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