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Cerca de 60.000 españoles sufren reacciones alérgicas por picaduras de
abejas y avispas, y se estima que entre un 10 y un 20% de pacientes
mueren cada año por esta caso. Estas picaduras pueden producir desde
síntomas leves como prurito, urticaria e hinchazón, a episodios más
graves, como mareo, vértigo, náuseas, debilidad, hipotensión,
broncoespasmo, vómitos e inconsciencia, e incluso, ocasionar la muerte
por un shock anafiláctico.


Ante una picadura que haya desencadenado una reacción intensa a grave
es indispensable acudir a un especialista en alergia, puesto que es muy
probable que una segunda picadura produzca una reacción alérgica más
grave. En general, se debe acudir al alergólogo si la lesión abarca más
de 10 cm, y dura más de 48 horas.



Para realizar el correcto diagnóstica de una picadura, el alergólogo
realiza al paciente un cuestionario para calibrar la gravedad de la
reacción sufrida y, si se sospecha de alergia al insecto, se somete al
paciente a otras pruebas diagnósticas, como un test cutáneo o un
análisis de sangre.

Veneno contra las avispas


Para combatir la alergia a las picaduras de avispas el único
tratamiento eficaz es la inmunoterapia. Consiste en inyectar al
paciente cantidades mínimas del veneno del insecto que ocasiona la
alergia. De este modo el organismo se acostumbra progresivamente a los
componentes del mismo.

Para poder realizar este tratamiento los hospitales deben
identificar y capturar correctamente a los insectos que se emplearán en
esta prueba clínica. Según la alergóloga Carmen Moreno, del Hospital
Reina Sofía de Córdoba, “el proceso de captura es complejo debido a que
hay que manipularlos cautelosamente para que permanezcan vivos durante
el traslado en el hospital”.

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