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Trotar por la mañana temprano por un parque o plaza,
con un grupo de
amigos o solo, es disfrutar del cuerpo, de los sentidos y de la imaginación
abierta. Ese es el objetivo del footing, pues quienes practican este
tipo de aerobismo no tienen en cuenta el éxito de la competencia,
sino el placer intrínseco de la práctica, el regocijo de jugar, de
sentirse bien por hacer lo que se hace. La clave de la motivación
por el footing no consiste en vivir más sino en sentirse y vivir mejor.
El footing (o trote) es definitivamente un “ejercicio físico integral”
ya que cuando se lleva a cabo entran en juego todos los músculos del
cuerpo, además mejora la respiración pulmonar y beneficia la circulación
cardiovascular. Hacer footing propone que el deporte esté al servicio
del hombre y no a la inversa.

POR ESO TROTAMOS

Trotamos en las primeras horas de la mañana para sintonizarnos
en una frecuencia, en un tono en el que vibraremos el resto del día.
Antes de la aceleración ciudadana, compartimos una onda de afirmación
y autoconfianza. No aceptamos hacer ejercicios después de acumular
las tensiones de una ardua jornada de trabajo. A la mañana podemos
reencontrarnos con nuestro cuerpo, cuidado y mimado por nosotros mismos,
en un estado de reverencia, abierto a los sentidos y a los sentimientos.
Somos nuestro cuerpo y lo preparamos para que descarte las agresiones
de la rutina diaria.

EL PARQUE: UN LUGAR IDEAL

Buscando pisar un terreno blando para evitar las microlesiones
en nuestros tobillos, trotamos en el parque porque es el lugar que
está cargado con el mejor oxígeno. La belleza del parque es un excelente
desafío que pueden explorar todos los sentidos. Al correr, pongan
la mirada blanda, apuntando lejos, y déjense acariciar por el primer
sol o prueben la increíble experiencia de
trotar sintiendo que se corta el viento con el pecho. Traten de diferenciar
los perfumes de los árboles como si fueran cortinas invisibles que
se van atravesando. Traten de no escuchar los propios pasos mientras
se sumergen en el silencio de una arboleda. En algún camino sin obstáculos,
entrecierren los ojos y siéntanse colgados en el aire, desde la nuca,
pendiendo de un hilo imaginario mientras las piernas eligen solas
por donde ir. Háganlo con los brazos colgando. Sentirán un increíble
alivio y una gran distensión. Traten, en fin, de explorar hacia adentro
y hacia afuera, solos o con los demás. El descubrimiento de nuevas
posibilidades y el consiguiente asombro son componentes cotidianos
de una actividad física como el footing.

FINAL EN RELAX

Una trotada aeróbica debe finalizar siempre con una
experiencia de relajación. Así como la entrada en calor es la tarea
necesaria para adecuarse a una práctica de footing, el relax posterior
será el calibrador de la frecuencia que elijamos para funcionar el
resto del día. El relajamiento después del ejercicio es más profundo
y fructífero que el realizado en otro momento.
La vivencia placentera de tanta disponibilidad, de tanta gratuidad
de energía expansiva, se condensa sobre nosotros mismos. Descansamos
profundamente. Quien termine fatigado su sesión de footing tendrá
que plantearse seriamente cuál es la falla. Relajarse significa sentirse
en profundo equilibrio con la naturaleza, desacelerarse hasta encontrar
un tiempo propio. Sólo de esta forma lograremos realmente sentirnos
mejor y conducirnos frente a la vida con otra actitud

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