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La supervisión constante es la estrategia de
prevención más eficaz para proteger a los niños contra el ahogo. Esto
es particularmente importante para los niños discapacitados o para
aquellos con necesidades especiales. Los niños epilépticos, por
ejemplo, tienen un riesgo cuatro veces mayor de ahogarse o de casi
ahogarse comparado con el riesgo para otros niños. En muchos estudios
de ahogos, la mayoría de los niños fueron supervisados activamente por
uno o ambos padres, con solo un lapso momentáneo en la supervisión
precediendo el accidente.

Construya barreras
Cuántos más niveles de protección existan entre el(la) niño(a) y una piscina
(como puertas y cercas puestas bajo llave), menos probable será que un
lapso en la atención dé lugar a un ahogo. Las piscinas deben estar
totalmente encerradas con una cerca que separe la piscina de la casa y
del patio. La cerca debe poder ser autocerrada y tener un mecanismo de
autocerrar con pestillo. La cerca debe ser alta.
Precauciones lógicas (de sentido común)
Los
dispositivos de flotación como las recámaras o las balsas no deben
emplearse como un sustituto para la supervisión adulta. Además, esté
seguro(a) de no dejar objetos flotando en la piscina que puedan ser una
tentación para un(a) niño(a) tratar de recuperar. Nunca deje a un(a)
niño(a) pequeño(a) desatendido(a) en una bañera y siempre desagüe la
bañera inmediatamente después del uso. Nunca deje a un(a) niño(a)
pequeño(a) al alcance de una cubeta. Cada año, un mayor número de
lactantes y de niños pequeños se ahogan en las cubetas usadas para la
limpieza, el lavado de automóviles, la comida de los animales
domésticos, el remover de papel tapiz, o donde se remojan los pañales y
así sucesivamente.
Aprenda a nadar
Los
padres y otros cuidadores, en particular aquellos con hogares con
piscinas, deben aprender a nadar. Los niños también deben recibir
instrucciones de natación. La edad mínima recomendada para la
instrucción organizada de natación es tres años. Independientemente de
la capacidad de un(a) niño(a) para nadar, sin embargo, el Consejo para
la Cooperación Nacional en Actividades Acuáticas (Council for National Cooperation in Aquatics) recomienda que ningún(a) niño(a) pequeño(a) alguna vez sea considerado(a) “seguro(a) en el agua”.
Aprenda RCP
Además
de aprender a nadar, los adultos deben aprender cómo realizar la
reanimación cardiopulmonar (RCP). La probabilidad de que
un(a) niño(a) sobreviva un suceso de ahogo sin daño cerebral en su
mayor parte se determina en los primeros tres-a-cuatro minutos de
sumersión. Después de dos minutos sin oxígeno, la conciencia
generalmente se pierde. El daño cerebral irreversible empieza después
de cuatro-a-ocho minutos, aunque han habido raras excepciones en aguas
extrañamente gélidas, donde las víctimas han sobrevivido períodos aun
más largos sin efectos de largo plazo. RCP rápida y eficaz puede
mejorar dramáticamente el resultado de un incidente de ahogo.
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