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La
aparición de estas enfermedades relacionadas con la alimentación se dan
especialmente en la adolescencia, entre los 14 y los 20 años, ya que es una
etapa en la que el cuerpo se está desarrollando y cambiando abruptamente y la
imagen mental que tenemos del propio cuerpo es más lenta que su evolución biológica.

La
responsabilidad de un adolescente enfermo recaiga sobre la publicidad y los
medios, que muestran modelos perfectos del hombre y la mujer, delgados y bellos,
o sobre la misma familia, pero lo cierto es que ambos núcleos sustentan, por
así decirlo, la evolución que realiza la enfermedad en un adolescente en plena
formación física y psíquica, y son a la vez quienes pueden ir erradicando la
enfermedad de quienes la padecen y de la sociedad toda.

Es
una enfermedad familiar que tiene como síntoma a uno de sus miembros padeciendo
bulimia o anorexia.

Se
deben aceptar como enfermedades que se originan en el seno mismo de la familia,
y que pueden actuar como síntoma de conflictos internos, personales y de tensiones
en las interrelaciones padres-hijos-hermanos.

Esta
problemática bio-psico-social debe alertar a los adultos en general y a los
padres en especial acerca de los adolescentes inmersos dentro de los pseudomodelos
y valores vigentes en nuestra cultura de hoy. Adultos y padres que muchas veces
actúan ciegamente o simulan estar ciegos ante situaciones dolorosas de este
tipo, aun más cuando se trata de padres con respecto a una hija o un hijo, una
no-aceptación de su padecer, de su sufrimiento.

No
hay que negar lo que sucede, hay que asumir la situación, sentirse parte de
ella y actuar en consecuencia.

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