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De la manera en que vivimos actualmente, apremiados
por el tiempo, recurrimos a calmar el hambre de manera “apresurada”,
solo para tranquilizar la sensación de vacío en el estómago, sin
reparar en las consecuencia graves que esto tiene para la salud.

Sin darnos cuenta, incorporamos cada día un nuevo
“hábito adictivo” en nuestra manera de comer: el fast-food, las
gaseosas, las leches procesadas químicamente, el azúcar blanco, las
harinas refinadas, los alimentos enlatados, las grasas saturadas, etc.,
etc., todos ricos en calorías vacías (engordan sin alimentar), carentes
de vitaminas y minerales que sean biológicamente activos, es decir, que
nuestro organismo los pueda utilizar rápidamente sin antes tener que
desintoxicarlos del alto porcentaje de xenobióticos que contienen:
colorantes, saborizantes, estabilizantes, plaguicidas, insecticidas,
funguicidas, hormonas sintéticas, etc.

En ésta carrera contra el tiempo no advertimos que
cuando nos alimentamos…. alimentamos cada célula de nuestro
organismo. Entonces, vigilar aquello con lo que alimentamos nuestro
cuerpo resulta ser básico para vivir adecuadamente.

Los grupos de poder que manejan a su voluntad los
alimentos y la publicidad van condicionando nuestra forma de comer
mostrándonos, por ejemplo, un “alimento refinado” como algo bueno,
fino, distinguido, cuando en realidad nos conducen al consumo de
comidas más baratas, sin dejar traslucir que la refinación “privó” al
alimento de sus principales fuentes nutritivas: fibras, magnesio,
calcio, hierro, vitaminas, etc.

Por suerte, podemos tener una alimentación racional,
eligiendo libremente lo que comemos, sin dejarnos condicionar y
manipular por la publicidad.

Si debemos regularizar el peso corporal, equilibrar
los niveles de colesterol, aumentar el calcio, el hierro, el magnesio,
mejorar el tránsito intestinal, incorporar más fibras a las comidas
diarias, recuperar la vitalidad perdida, mejorar los hábitos
alimentarios en beneficio de la salud, no es necesario, por más que
parezca imprescindible, renunciar al placer de la comida y someterse a
dietas rigurosas que modifican la química y la estructura del
organismo, perjudicando también las emociones y el carácter
negativamente.

La Alimentación Natural nos asegura un Sistema
Inmunológico equilibrado, preparado para responder inmediatamente ante
cualquier demanda, siempre alerta para prevenir las afecciones
degenerativas que, lamentablemente, cada vez se presentan en personas
más jóvenes, incluso en niños.

En cuanto comenzamos a disfrutar de los innumerables
beneficios que proporciona un alimento lleno de vitalidad y energía, lo
adoptamos definitivamente ya que funciona, además, como una medicina
para el cuerpo, sus micronutrientes ayudan a prevenir, o hasta servir
de tratamiento a distintas afecciones y enfermedades.

Una Alimentación Natural y sana, contiene los
nutrientes adecuados para cada necesidad incorporando, además, a
nuestra comida diaria alimentos funcionales o nutracéuticos que proveen
un beneficio adicional (no engordan), funcionan como una medicina para
el cuerpo: son los Fitoquímicos (isoflavonas, catequinas, lignanos,
etc.).

Para mantenernos “vitales”, es necesario que en la comida diaria predominen los alimentos que están llenos de vida:

  • Frutas frescas y secas: son el alimento que la naturaleza ha
    preparado para nosotros, no necesitan ningún tipo de procesamiento para
    ser bien digeridas, asimiladas y que sus nutrientes se incorporen a las
    células del organismo que más los requieran.
  • Verduras frescas: en su gran mayoría también se pueden consumir crudas para poder aprovechar todos sus beneficios.
  • Los
    cereales, las semillas y las legumbres que necesitan de algunos
    procedimientos (remojo, cocción, molienda, etc.) para mejorar su
    digestibilidad, nos aportan muchísimos nutrientes solo cuando son
    íntegros (sin refinar).

El resto de los alimentos merece un capitulo aparte
ya que condicionan nuestra salud, y, aunque muchas veces hay que
recurrir a ellos por múltiples factores, se debe pedir la ayuda de un
profesional de la Nutrición, que aconsejará como minimizar los efectos
negativos de aquellas comidas que aportan poco a nuestra salud.

Debemos tener siempre presente que somos lo que
comemos y que nuestro tan preciado capital: la salud, está
condicionada, entre otras cosas, a la forma en que nos alimentamos.

Ana Lía Aguado

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