El poder de los aceites esenciales es enorme:
Son antisépticos, fortalecen los órganos, incrementan el sistema inmunológico, poseen propiedades regenerativas en las células y acción antioxidante.
Pueden ser, además, sedantes, reguladores de las distintas funciones fundamentales, y armonizadores de todo el orgnanismo y los estados emocionales.
Se los suele denominar “los más preciosos tesoros naturales”, y son realmente una forma absolutamente natural de bienestar para el ser humano.
La sabiduría de los hombres los han encumbrado entre los productos más positivos para su organismo y para los estados de ánimo de los seres humanos.
Disfrutar de su fragancia, inhalándolos o a través de productos que los contengan y que se apliquen sobre la piel, es una forma gratificante de acercarse al equilibrio psicofísico que tanto anhelamos alcanzar.
