En ocasiones, la piel del rostro luce un aspecto más cansado que de costumbre.
Es el momento de estimularla con cuidados suplementarios con el fin de que recupere el tono y la energía perdida. La industria cosmética despliega efectivas propuestas.
Exfoliación: La exfoliación de la piel del rostro resulta imprescindible para regenerar la epidermis y favorecer la absorción de los nutrientes que favorecen su reestructuración. Su objetivo es eliminar las células muertas, que al obstruir los poros confieren un tono apagado a la tez.
Los exfoliantes se friccionan suavemente por la cara, insistiendo en la zona T (frente, nariz y mentón), donde se concentran más impurezas. Las pieles grasas precisan tres aplicaciones a la semana, mientras que las secas sólo una. Tras la operación, la piel se encuentra a punto para recibir una cura revitalizadora.
Curas intensivas: A base de extractos de fruta y aceites vegetales nutren la epidermis en profundidad con un alto poder hidratante. De día se emplean como crema base y por la noche ejercen un reparador efecto extra. También destacan aquí las cremas nutritivas de noche, ideales para devolver a la cara tono y compactibilidad. En este apartado se incluyen las mascarillas, pilares de toda cura. En función de las necesidades, se presentan específicamente para limpiar, hidratar o nutrir.
Tratamientos especiales: Junto a una cuidadosa limpieza y posterior hidratación que debe realizarse a diario por la mañana y por la noche, existen tratamientos especiales para momentos concretos. Los cambios de estación, la idiosincrasia de cada época del año o los estadios sucesivos por los que pasa la piel durante las etapas de la vida, influyen sobre el aspecto del rostro y reclama distintas estrategias de actuación.
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