– Si te has enamorado de una vieja casa de campo, no te precipites. Luego podrías arrepentirte. Antes de nada:
– Examina desde fuera el estado de paredes y techos: la cumbrera eventualmente ondulada, la falta de algunas tejas o la presencia de tejas rotas; comprueba que no haya musgo en ellas (el musgo tiene la propiedad de absorber el agua, lo que al cabo del tiempo será causa de filtraciones), etc.
– Analiza el estado de la carpintería. La presencia de una plaga de insectos puede no ser perceptible a simple vista. Prueba a clavar la llave del coche en la madera; si penetra más de 3 cm. sin dificultad, ya puedes ir encargando presupuesto para sustituirla. Negocia, pues, un mejor precio con el vendedor.
– A excepción de la piedra, el resto de materiales trabaja. Hacen falta 30 años para que una casa se asiente definitivamente. Las grietas en las paredes son, pues, normales hasta cierto punto. Pero, cuando las grietas tienen forma de V es señal de que se ha producido un hundimiento.
– Asegúrate de que a ras de suelo no haya fisuras infiltrantes. En una casa vieja, la humedad se nota por el olor, solo entrar. Examina las paredes de abajo arriba; una mancha, la pintura levantada o el papel pintado despegado son signos inequívocos de humedad. Una mancha en el techo puede querer decir que hay una teja rota…
– Recorre la casa y analiza los suelos; cualquier desnivel puede indicar un hundimiento. Si no eres capaz de verlo por ti misma, deja una pelota en el suelo; si rueda, desconfía.
– No te dejes ganar el corazón por extras inútiles (un horno para pan, por ejemplo. Jamás lo utilizarás). En cambio, valora cosas como una chimenea, una cocina grande, una puertaventana en la cocina, que da al jardín, etc.
– Comprueba que no se trate de una construcción a base únicamente de muros de carga, que no se pueden tocar, y que son un grave inconveniente si quieres hacer obras.
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