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Y si los recién nacidos no ven…

 

Los bebés confían en sus ojos, oídos, boca, nariz y piel para obtener información acerca de lo que ven, de lo que oyen, del dolor, las presiones, sabores y olores de todo lo que tienen alrededor.

 

Los recién nacidos pueden ver mucho, pero lo ven borroso. La visión mejora rápidamente en cuanto la corteza visual y los ojos maduran. En el segundo mes, la visión se aclara y está mejor organizada, aunque todavía tendrán que pasar varios meses hasta que pueda ver como un adulto.

La exploración

La exploración, juega un papel muy importante en el proceso de aprendizaje sobre el mundo, el modo en que los bebés exploran los objetos en su campo de visión cambia durante los primeros meses. Los recién nacidos buscan los bordes de los objetos, y se concentran en ellos.

Cuando tienen un mes, los bebés solamente ven los bordes y las esquinas, una vez que se fijan en un borde parecen incapaces de mover los ojos de él. A los dos meses, los bebés exploran con mayor amplitud, cruzan la forma exterior y examinan lo que hay dentro. Los niños de uno a dos años, son más eficientes en la exploración visual que los bebés, pero ésta, aún no es sistemática, su mirada tiende a vagar de un lugar a otro.

 

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Los bebés prefieren mirar cualquier dibujo a un estímulo simple, independientemente de los colores que tenga, ya que los dibujos son más informativos que los colores. A medida que crecen, las cualidades de los estímulos que captan su atención no varían; los dibujos, objetos grandes, el movimiento, los cambios repentinos en la iluminación y los sonidos altos, llamarán su atención a cualquier edad. Aunque es diferente captar la atención y mantenerla.

La atención de un bebé puede dirigirse momentáneamente hacia un estímulo como el ruido de un vaso al romperse, pero cuando no pasa nada más, la atención vaga hacia otro objeto del entorno. El rostro humano es uno de los patrones más importantes en el campo visual del bebé, estos exploran las caras al igual que lo hacen con otros estímulos visuales.

Los recién nacidos y los bebés de un mes tienden a inspeccionar el borde de la cara como la barbilla o las orejas, los de dos meses en cambio, empiezan a dirigir su mirada al interior de la cara como la nariz la boca o los ojos. A los cinco meses pueden distinguir un rostro de otro, a los siete pueden distinguir las expresiones de tristeza e ira y no les gustan las caras enfadadas.

Otro aspecto a destacar, es que está probado que a los bebés les gustan más las caras atractivas; despliegan más emociones positivas, juegan más y es menos probable que se aparten de un rostro atractivo que de un adulto poco agraciado. Por lo tanto, los sentidos de los neonatos, aunque no con tanta precisión como en los adultos, les informan acerca del mundo que les rodea.

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