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La responsabilidad laboral es una de las principales características de un buen empleado.

 

Si una persona no lo es, no puede ser leal ni tener iniciativa propia. Lo ideal sería ofrecer lo mejor de cada uno, en interés propio y en el de la empresa en la que se trabaja, sentirse comprometido en favor del éxito de la compañía, pero para ello debe sentirse responsable de sus resultados.

Una persona que no se sienta comprometida con su trabajo es improbable que actúe de la mejor forma que pueda. Por lo tanto el sentimiento de responsabilidad se convierte en una premisa. Muchos propietarios y directores de empresa anhelan empleados contentos y que actúen lo mejor posible, pero la mayoría de las veces este deseo no se cumple. En parte porque, tradicionalmente, las dificultades y oportunidades de una compañía han sido contempladas a través de la figura del director: su función se ha sobrestimado.

Esto se refleja en la bibliografía específica sobre el tema, en la prensa y hasta en los libros de historia. Por ejemplo, los libros de historia describen cómo Anibal, jefe del ejército cartaginés, cruzó los Alpes en el año 218 a. C. y venció a los romanos después de tres batallas; sin embargo, no se dice nada de quienes le acompañaban, de los únicos seres vivos de los que se habla en la historia del viaje de Anibal son los elefantes.

Elige un trabajo

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Resulta casi imposible obtener lo mejor de cada persona si todo el peso recae sólo sobre el equipo directivo. Del mismo modo, es difícil obtener un buen grado de cooperación y compromiso, si los empleados no comparten los éxitos y los fracasos.

La dirección es solo una parte de la empresa, por lo que tiene solo una parte de la responsabilidad, no obstante, hay áreas en las que es lógico que la responsabilidad se centre en la función del equipo directivo. Es el que tiene que dirigir y distribuir el trabajo, asegurarse de que todo se esté llevando de acuerdo con la legislación vigente, garantizar la obtención de beneficios, y por último, consolidar su posición y mantenerla.

 

Visión tradicional

Desde una visión tradicional, la dirección es la culpable de los fracasos y éxitos que se produzcan. Para que todos los miembros asuman su parte de responsabilidad, es necesario acabar con esta visión, y reemplazarla por una percepción que considere fundamental el papel, esfuerzo y compromiso de todos. En definitiva, a responsabilidad del éxito o fracaso ha de ser asumida por todos los miembros de la empresa.

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