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El amor: Amor a primera vista

El
flechazo es un arrebato pasional que altera profundamente,
da un bienestar mágico y milagroso, y te cambia
la vida de color.

¿Cada vez que
lo ves tu corazón se acelera, el estómago
te hormiguea y el sudor recorre tu hermosa anatomía?

Entonces te tenemos una noticia: Cupido, ese inquieto
niño con alas y ojos vendados, ha vuelto a
hacer de las suyas y éstos son algunos de los
efectos del dulce veneno de su flecha.

El
flechazo

‘Cuando vives una loca
pasión, están entrando en juego reacciones
bioquímicas en tu cerebro, que te hacen sentir
en un estado de plenitud y ver a tu chico como el
hombre ideal’, asegura la psicóloga Isabel
Menéndez.

La excesiva rapidez
e intensidad con que se produce el amor a primera
vista se debe a que descubres que él se ajusta
a tu modelo de pareja ideal. Este arrebato pasional
es un golpe emocional que te altera profundamente,
lo sientes mágico y milagroso, te da un extraordinario
bienestar y te cambia la vida de color.

Estar al lado de él
es tu única necesidad y deseo, y al acercarte
a él te relajas, desaparecen tus tensiones.
Creas con él un mundo propio y sólo
te interesa lo que está dentro. Te sientes
indestructible si estás junto a él y
vulnerable si se separan. Sientes cómo él
te complementa y esta ilusión te convierte
en una persona feliz.

El
chispazo inicial

El flechazo es un enamoramiento
repentino, sin embargo no sólo provoca sentimientos
pasajeros, pues la percepción inicial tiene
más importancia de lo que te imaginas.

Si tuviste una primera
impresión buena con un chico, hay más
posibilidades de que conforme se vayan conociendo
mejor, esa chispa se convierta en una relación
amorosa duradera.

Pero si fue desfavorable,
es preferible que por un tiempo dejes de tener contacto
con él, permitas que pase un tiempo para que
olviden esa sensación negativa, y puedan darle
después una nueva oportunidad a la relación.

Ansia
de amar

Según los expertos,
estamos programados para desapasionarnos después
de 18 a 30 meses de relación de pareja. En
ese momento la pasión puede terminar, pero
también puede transformarse en una fuerte unión
controlada por el amor y la afinidad.

Si deseas que ese primer
deslumbramiento se transforme en una relación
profunda, debes saber manejar adecuadamente tus sentimientos.

Si evaporas tu sentido
crítico respecto a tu amado, lo ves lleno de
virtudes y lo idealizas, puedes condenar el romance
a que desaparezca tan rápido como surgió,
pues cuando descubras que todo estaba en tu propia
cabeza, harás que la relación termine.

Si llevas mucho tiempo
sin tener una pareja estable, estás ansiosa
por encontrar a alguien para recuperarte de una mala
experiencia, sólo buscas aliviar tu soledad,
o empiezas a planear toda una vida juntos cuando apenas
comienzan a enamorarse, creas una urgencia sentimental
por incluir a alguien en tu vida, que sólo
le robará etapas necesarias al curso normal
de una relación que necesita evolucionar.

Obviamente en la primera
cita no es fácil que captes señales
de alarma sobre tus propias intenciones, porque todos
tendemos a autoengañarnos. Pero puedes poner
atención a la actitud del chico, a lo que hace
y dice, y analizar si tienen afinidad de caracteres
y expectativas. Esto no significa excluir a nadie
de entrada, sino darte la oportunidad de disfrutar
todas las etapas de la relación.

Fórmula
para amar

Para que la repentina
pasión no se extinga deprisa y evolucione en
un amor duradero, tiene que pasar por varias pruebas
y profundos cambios internos.

Mientras vives la pasión,
niegas los defectos de él, en lugar de reconocer
a tu pareja tal y como es, y no cómo tú
quieres que sea. Cuando reconoces y aceptas sus puntos
débiles, vives el amor verdadero. Esto sólo
es posible cuando tú misma te aceptas y te
quieres tal y como eres, en vez de intentar complementarte
con él.

La pasión te
hace vanidosa y el amor te vuelve sencilla. La pasión
es fugaz y el amor se trabaja cada día. Además,
la pasión excluye todo lo que no es fogosidad,
mientras que el amor incluye todo lo que enriquece
a los miembros de la pareja.







Amar
o depender

Las mujeres emocionalmente
dependientes son propensas a encadenar una relación
con otra para no sentirse solas. A la primera mirada
que cruzan con un hombre, caen víctimas del
flechazo, idealizan la relación y creen que
han hallado al compañero de su vida. Esa fuerte
necesidad de encontrar alguien hace que sus exigencias
se reduzcan al mínimo.

Pero según la
psicóloga, son más propensas al arrebato
emocional las personas impulsivas, que se encuentran
indefensas, en un estado de soledad, disconformes
consigo mismas, lo cual las hace desear que alguien
las salve de la realidad y las lleve a un mundo de
ilusión.

‘Ese estado de
ánimo es propicio para sentir esta exaltación
amorosa que las transporta a un mundo que satisface
sus necesidades psicológicas. Por eso una época
favorable para el flechazo es la adolescencia, pues
es cuando la personalidad está formándose’,
señala la experta.

Con el enamoramiento comienza el
“renacimiento”, hay una nueva forma de observar
el mundo, un margen de esperanza en el intrincado
laberinto de las pasiones y de los deseos.

“Yo, atendiendo únicamente
a la llamada de mis sentimientos, abrazo la posibilidad
de un amanecer irrepetible, que abrirá sus
ojos para presenciar la escena de la dicha de quienes
aman. Antes de que el último rayo desaparezca,
compartiré mis sueños contigo. Así
es mi deseo. Y no he de rechazar esta brillante
idea, que se apodera de mí, y la hago mía,
antes de que mi mirada se pierda en la densidad
del horizonte”.

Quien se dice sentir bajo los efectos
de dicho proceso repite estas palabras, y con ellas
comienza a creer que ante su mirada se abren las
puertas que dan acceso a la posibilidad de amar,
porque ya está bebiendo sus jugos, antes
incluso de que haya sido capaz de dirigirse hacia
su fruto ansiado, antes, incluso, de haber experimentado.

Y sin planteamiento previo, lejos
de cualquier argumentación racional, un gran
número de personas en todos los rincones
del mundo, va descubriendo la existencia del amor…

¿Hasta que punto somos capaces
de mitificar esta sucesión de hechos?. ¿Hasta
que punto nos dejamos arrebatar por una experiencia
supuestamente superior a nuestras fuerzas?.

La respuesta la encontramos en la
misma esencia que otorga una gran fuerza a este
sentimiento. Una fuerza que se sostiene en una absoluta
fidelidad que forma parte de la creencia.

Pero la constancia se debilita. A
nuestro alrededor el escepticismo parece tener con
el tiempo una mayor presencia de adeptos. Parece
ser que se va generando en nuestro entorno cierta
actitud de recelo, un convencimiento de que existe
otra realidad que poco o nada tiene que ver con
los mitos que hasta ahora han estado presentes en
tantos hogares.

Podríamos decir que, en realidad,
las vivencias que transcurren en el día a
día no coinciden con la puesta en escena
que se había venido estableciendo hasta no
hace mucho tiempo.

El cambio nos sorprende cuando intentamos
perfilar el ritmo cansino que lleva el universo
de los sentimientos. Y la historia nos delata que
la construcción amorosa no ha sido una y
única, sino que dependiendo del momento histórico
nos encontramos con sucesivas transformaciones que
han posibilitado que cada cultura tenga su propia
identidad.

Al margen de que sean las propias
experiencias personales las que van posibilitando
que haya infinidad de concepciones respecto a esta
emoción, ello no impide que podamos ir diseñando
un marco en el que se puedan observar nuevas articulaciones
en las relaciones sociales. Es decir, nuevas formas
de vivir el amor y la sexualidad








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