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El poder, un asunto peculiar.

No puedo decir con exactitud lo que realmente es. Es un sentimiento que uno tiene sobre ciertas cosas. Es poder es personal. Pertenece a uno nada más. El poder personal es un sentimiento, algo como tener suerte, un estado de ánimo. El poder personal es algo que uno adquiere sin importar su propio origen.” (Carlos Castaneda, “Viaje a Ixtlán”)

Si el poder es privativo de cada persona, tenemos que admitir que cada quien es capaz de PODER. Esto se expresa con el verbo ‘poder’ que nos sirve para expresar de lo que somos capaces de realizar: Yo puedo ir, Yo no puedo salir; contrariamente a: Yo voy, Yo salgo.

La utilización del verbo ‘poder’ implica la existencia de impedimentos, prohibiciones, facultades y posibilidades; y en el caso de la utilización de oraciones que no incluyen ese verbo, se percibe el libre albedrío o la peculiaridad de la acción como un asunto estrictamente individual en el que ningún elemento exterior interviene: un discurso maduro, seguro y pleno de conocimiento.

el poder
Si esto es verdad, mientras más dependiente sea una persona, la utilización del verbo ‘poder’ será demasiado importante en su discurso.

Abordemos, entonces, el discurso de dominación que utilizan los representantes de las instituciones que dominan al común de los pueblos: instituciones estatales, religiosas, militares, económicas, de comunicación, de producción, de comercio, etc. Discurso en el que, como en el caso proselitista, todo es realizable no porque sea la intención objetiva del orador, sino por la fuerza de convencimiento sobre todos aquellos sujetos que simplemente se han convencido que ‘no pueden’.

Y llegamos al poder. Ese poder pasajero o duradero que pocas veces ha conducido a la valorización de los pueblos, pues es un poder que acaba siendo dominado por los sentimientos y estados de ánimo de los que lo ejercen. El poder se transforma en una atribución fuertemente peligrosa que se enraíza, se transmite, se hereda, se vende, se compra; pero no se comparte. Es la razón del Nihilismo, del Existencialismo y de todas las Guerras de Guerrillas que, intelectual y militarmente, han conducido a las masas a luchar por la equidad en el uso del poder.

El derecho humano es poder personal que, utilizado fuera de todo contexto estatal, religioso o militar, establece una línea de conducta individual capaz de modificar positivamente el comportamiento: eliminación de dependencias a adictivos físicos y psíquicos; elaboración de moralidad, equilibrio psicológico y psíquico; desarrollo de aptitudes culturales y deportivas. Así, el poder es poder ser maestra(o) de sí misma(o), siempre y cuando se tenga la preocupación de crear una estrategia y desarrollar un manual de empleo del poder que aplana, arrasa, destruye y decide sobre cuáles son los derechos fundamentales accesibles a la humanidad.

Ésta es una reflexión sobre el sentido al sin sentido del poder, una no excusa a las desigualdades, una huelga de libertad, un grito desesperado por comprender al monstruo imaginario que, como el filo de una navaja, separa sexos, razas, vidas y esperanzas.

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