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Cambiar…

¡Cómo cuesta trabajo!, sin embargo, es un aspecto indispensable para desarrollarnos mejor en la vida; es probable que ahora mismo, o muy pronto, tengamos que enfrentar uno o varios cambios en lo personal, en el trabajo, en lo familiar o en lo social.

 

Cuando esto sucede, tendemos a sentirnos solos dentro de un torbellino de emociones, que se parece a lo que experimentamos cuando nos revuelca una ola.

 

Y lo que más nos presiona se relaciona con lo que dice la frase de Darwin:La especie que sobrevive no es la más fuerte, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio“, pero nosotros ¿cómo lo afrontamos?, ¿qué tan preparados estamos?, ¿cómo podemos apoyar a otros cuando se encuentran en una de estas etapas de transformación?

Los éxitos y los logros –el bienestar emocional, mental, físico y espiritual– dependen de lo bien que nos adaptemos a los cambios. El camaleón, ese pequeño reptil que por lo general ignoramos, bien podría ser nuestro modelo a seguir, él, cuando crece, cambia de piel para no quedarse atrapado en un cuerpo pequeño y morir, qué bien nos iría si aplicáramos esto a nuestras ideas, pensamiento y forma de actuar.

De acuerdo con los estudios, las personas respondemos y nos ajustamos al cambio en una secuencia de seis fases; lo invito a que piense en un cambio que esté experimentando en su vida en este momento y que identifique en cuál etapa de adaptación se encuentra, tal vez le sea de utilidad para vivir este proceso con más facilidad.

Enfrentar uno o varios cambios en lo personal, en el trabajo, en lo familiar o en lo social.

Las fases del cambio

1. Pérdida

En esta etapa sentimos un hueco en el estómago creado por la sospecha de que lo que “fue” ya no será.
Todavía no sabemos si el cambio va a ser para bien o para mal, simplemente nos sentimos amenazados, impotentes o paralizados por la incertidumbre, sentimos miedo a lo desconocido y tendemos a decir frases como ¿qué he hecho para merecer esto?, ¿por qué yo?, no es justo y ¿por qué a mí?

2. Duda

En esta etapa estamos resentidos, dudamos de los hechos y luchamos por encontrar información que valide el cambio, nos volvemos agresivos, nos resistimos al cambio, acusamos a otros y hasta podemos llegar a enojarnos.

Entonces tendemos a decir: esto no tiene sentido, yo no fui, fueron ellos y me rehúso a que me manejen la vida.

3. Incomodidad

Reconocemos esta etapa porque sentimos ansiedad y confusión, nos instalamos en una fase de improductividad mientras esperamos a que el cerebro organice, categorice y encuentre las palabras que definan el cambio para poder asimilarlo.

Estamos preocupados, irritables, más lentos, desorganizados, le damos vueltas a las cosas, nos aislamos y tendemos a decir: cualquier cosa es mejor que esto, no me importa, no tiene caso, estoy agotado y me doy.
Justo en medio de este proceso se encuentra una zona que debemos rebasar para poder continuar con nuestro proceso de transformación, esta etapa bien podría llamarse La zona de peligro.

En ella se siente una urgencia enorme de darse por vencido, representa el lugar clave donde elegimos si pasar a la etapa cuatro y descubrir las oportunidades que el cambio nos ofrece o nos dejamos comer por el miedo y regresamos a la etapa uno; las frases comunes son: tanto esfuerzo para esto, no sirvo para nada y ya sabía.

4. El descubrimiento

Esta fase representa la luz al fondo del túnel, ¡por fin podemos ver las opciones y las posibilidades que se nos presentan!, estamos optimistas porque creemos que el resultado será favorable.

Nos sentimos creativos, energéticos y complacientes, las frases en esta etapa son: puede que no sea tan malo, a lo mejor está bien, estoy listo para tomar una decisión aunque tenga riesgos, estoy emocionado y a lo mejor valió la pena.

5. Comprensión

En este momento ya confiamos en el cambio y nos involucramos en él, nos volvemos productivos, nos enfocamos en los beneficios y estamos abiertos a sugerencias.

Somos cooperadores, prácticos y justos, las frases son: me siento muy bien, ahora me doy cuenta de que el cambio era necesario, sé lo que tengo qué hacer, creo que valió la pena y y tenían razón.

6. Integración

Cuando llegamos a esta etapa ya no vemos “el cambio” como algo extraño porque hemos integrado los retos y las victorias a nuestra vida.

Aquí tomamos el cambio como parte de nuestra madurez y crecimiento, nos ofrecemos a dar ayuda y asesoría a los demás, somos generosos, estamos abiertos a lo que nos depare el futuro y nos encontramos diciendo: he crecido mucho con esta experiencia, estoy contento con el resultado, he aprendido mucho, crecí y me siento en paz.

Aunque el proceso sea largo, todos pasamos por estas etapas alguna vez, lo cierto es que, como dice el proverbio árabe, “si necesitas una mano que te ayude, encontrarás una al final de tu propio brazo”.

Para cambiar y obtener los beneficios de la transformación nos tenemos a nosotros mismos y a nuestra fuerza de voluntad y el esfuerzo bien vale la pena, porque al final habremos crecido y seremos mejores, ¿no cree usted?

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