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Un sesgo cognitivo es el término que se usa en psicología para definir una idea irracional o un razonamiento carente de lógica, una falacia de la mente, una trampa de la psique, no en pocas ocasiones puesta ahí por la sociedad, a través de sus mitos, prejuicios y costumbres.

Hago un taller para detectar algunas de estas creencias tóxicas que contaminan la calidad de las relaciones con la pareja, con los demás y con uno mismo: Taller Desarmando a Cupido: eliminación de creencias tóxicas sobre el amor. Desmontaremos con argumentos racionales algunos de los sesgos cognitivos más comunes en este área y que nos impiden ser felices, al menoscabar nuestra autoestima y darnos una idea errónea de lo que debe o no debe ser una relación.

Pero como aperitivo, ahí va uno de los sesgos cognitivos que con más frecuencia me encuentro en mi trayectoria como psicólogo:

Para estar con una persona tengo que ser perfecto

o

Para tener un cita todo tiene que salir bien

¿Quién no ha empezado una relación o ha tenido una cita para conocer a alguien, y ha tenido esa sensación, esa obligación de tender a lo perfecto?

Quizá las palabras que sonaran en su mente no fueran las mismas que las que aparecen en las dos frases que he propuesto, porque “¡yo sé perfectamente que…! Que no hay que ser perfecto”. ¿Y si quizá sí que han aparecido frases parecidas a las siguientes? “Este vestido me hace demasiado gorda; vaya faena salirme un grano precisamente ahora; tiene que ocurrírserme constantemente algo gracioso o se aburrirá; no puedo contarle ciertas cosas de mi vida o no me aceptará; mejor la/le llamo y digo que de repente he contraído el Ébola y que ya lo dejamos para otro día…”

Todo este tipo de pensamientos ponen en evidencia que más que a una cita sientes que te estás enfrentando a un examen, que más que a una relación, a una instrucción de Marine. Pero además, lo más grave: que es un examen o una instrucción que no vas a poder superar, porque desborda tus recursos personales. Como si esos kilos de más, o ese grano, o esa falta de ingenio, o esos secretos de los que nos avergonzamos, no se pudieran compensar con el conjunto de recursos, fortalezas y virtudes que tienes. ¿Sabes que los tienes? ¿Te conoces? ¿Te valoras?

Date cuenta de que esa presión es autoimpuesta. Una autoexigencia irracional y excesiva, porque tú no pides los mismo a los demás. Si alguien te gusta, te va a dar igual que hable con la boca llena, que a veces se quede en Bavia, o incluso que tenga un pasado yihadista. Bueno, quizá en esto último me he pasado. Lo que me vengo a referir es: cuando estás enamorado de alguien te encantan sus defectos; cuando quieres a alguien, incluso cuando sólo te cae bien alguien, te encanta que meta la pata de vez en cuando. ¿Las personas perfectas? Bah, a la mayoría, ¡las personas perfectas nos dan asco!

Y si esa persona que tienes delante no soporta tus chistes malos o que cuando te enfadas hables en arameo, pues a lo mejor esa persona no te ama, no te quiere, y a saber si incluso le caes bien. A lo mejor, esa persona, simplemente, no es pa´ti.

A fortunadamente vivimos en un mundo con seis mil millones setecientos mil habitantes (habitante arriba, habitante abajo). ¿Me vas a decir que uno/una tiene que ser, por narices para ti? ¡¡¡Anda yaaaa!!!

 

Olvídate de la media naranja: encuéntrate a ti misma, sé tú mismo, y tendrás una naranja perf… muy valiosa, y dispuesta a encontrar a alguien que sepa exprimir y saborear, su mejor jugo.

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