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La leishmaniasis es una enfermedad zoonótica causada por diferentes especies de protozoos del género Leishmania. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad, van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta formas fatales en las cuales se presenta inflamación severa del hígado y del bazo. La enfermedad por su naturaleza zoonótica, afecta tanto a perros como humanos. Sin embargo, animales silvestres como zarigüeyas, coatíes y osos hormigueros entre otros, son portadores asintomáticos del parásito, por lo que son considerados como animales reservorios.

El agente se transmite al humano y a los animales a través de la picadura de hembras de los mosquitos chupadores de sangre pertenecientes a los géneros Phlebotomus del viejo mundo y Lutzomyia del nuevo mundo, de la familia Psychodidae.

Agente: Protozoos del género Leishmania

En el hombre, el contagio puede ocasionar leishmaniasis visceral, cutánea y mucosa por infección de los macrófagos del sistema mononuclear-fagocítico de la piel y de la mucosa nasofaríngea. Las leishmanias se transmiten cuando un mosquito hembra (género Phlebotomus) portador pica una persona. Los protozoos en estado de promastigote penetran en la piel del huesped y se fijan a receptores de macrófagos siendo fagocitados y transformados en los lisosomas de los macrófagos en la forma de amastigote, no flagelado. Después de la ruptura de los macrófagos infectados, los amastigotes son fagocitados por otros macrófagos. Si son ingeridos por un mosquito hembra, los amastigotes recuperan la forma de promastigote en una plazo de 7 días, siendo esta la forma infectiva.

Afecta especialmente a varias especies animales como perros, ratas, zorros, lobos y en raras ocasiones al hombre.

Igualmente se contagia mediante la picadura de un mosquito del género Phlebotomus (vulgarmente llamados beatillas), que una vez que ha picado a un animal enfermo transporta en su interior las leishmanias y la transmite a otro animal sano cuando le pica. No se transmite por contacto directo, secreciones (saliva, etc), heridas, orina ni heces.

Los perros afectados pueden presentar algunos de los siguientes síntomas:

Adelgazamiento progresivo.
Apatía, debilidad.
Atrofia muscular progresiva.
Lesiones cutáneas como úlceras, heridas que no cicatrizan, piel seca, caspa, pérdida de pelo, depilaciones alrededor de los ojos.
Hemorragias nasales.
Inflamación de ganglios linfáticos, hígado y bazo.
Cojeras.
Lesiones oculares etc.

Algunos animales pueden ser asintomáticos durante periodos de tiempo variable. Los síntomas pueden tardar en aparecer desde varias semanas a varios meses, dependiendo del sistema inmunitario del perro.

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